La reunión convocada en el próximo 08 de diciembre por Bolsonaro jr y Fernando Francischini, ambos de la coalición de gobierno, en Foz do Iguaçú (PR), con el objetivo de organizar a las fuerzas políticas de ultra derecha continental, constituyen un riesgo para toda la clase trabajadora de Brasil, Paraguay, Argentina y demás países de Latinoamérica.
Eduardo Bolsonaro, diputado federal y el partido del presidente electo (PSL), a instancias de Steve Bannon e Olavo de Carvalho, algunos de los gurús de esa nueva derecha, el último un asesor no asumido del presidente electo, han convocado a representantes derechistas como el ex presidente Uribe de Colombia, ex militares y funcionarios de los gobiernos latinoamericanos de derecha de diferentes países, entre ellos Chile, Paraguay y cubanos exiliados (gusanos) en EUA, para debatir sobre “Un novo rumo no mundo”.
Estamos convencidos que nada bueno puede salir de semejante cónclave para los pueblos latinoamericanos. Y que, al contrario, estamos ante el primer embate coordinado y unificado de las fuerzas reaccionarias de la región.
El triunfo en el país más grande del continente del ex capitán Jair Bolsonaro, que todo lo contrario a un outsider de la política hasta hace unos meses no hizo otra cosa que vegetar en el Congreso brasileño durante 27 años, siendo un mediocre político, representa una amenaza contra los intereses inmediatos e históricos de los trabajadores de la región, así como también contra las libertades democráticas y los derechos humanos fundamentales.
Su extracción social, su ideología, su racismo, su misoginia contra las mujeres, su homofobia contra la libre elección sexual de las personas, su reivindicación de la tortura y la dictadura militar, lo transforman en un enemigo del pueblo, aunque haya sido electo en un proceso infestado de trampas totalitarias y proscriptivas, donde pudo manipular con mentiras y operaciones a la opinión pública.
Su plan económico, que sigue el mandato del capital financiero y las multinacionales, está alineado completamente con el gobierno de Estados Unidos y, como si fuera poco, de Israel. Este alineamiento transforma a la región en un terreno de disputas de intereses internacionales que pretenden recolonizarla, apropiándose de los recursos naturales que le faltan (como el agua, las tierras y sus riquezas), proceso depredatorio que está en pleno desarrollo. De allí que sus principales articuladores internos sean el ejército, el agronegocio y las iglesias evangelistas.
Esta derecha neofascista, que amenaza con ilegalizar y transformar en “terrorista” cualquier organización dos trabajadores que luche por derechos económicos, sociales y democráticos, para criminalizar, reprimir e imponer un disciplinamiento social histórico, pretende combinar el viejo modelo reaccionario y militarista con la política económica neoconservadora y ultraortodoxa de los “Chicago boys”, pero para eso requiere también el fortalecimiento de estas políticas en la región. Sin efecto contagio, su plan de gobierno, más temprano que tarde, irá al fracaso.
Los efectos de esta nueva coyuntura abierta en Brasil repercutieron inmediatamente en Paraguay. No es casual, entonces, la elección de Foz de Iguazú como sede para realizar esta cumbre. El triunfo de Bolsonaro tuvo un efecto cascada en Paraguay, donde la poderosa y ascendente burguesía sojera compuesta por empresarios brasileños (mal nominados “brasiguayos”), lanzaron un terrible ataque sobre los campesinos y pueblos originarios de la región.
Este proceso consiste en expulsar de sus tierras a campesinxs e indígenas, apropiarse de sus territorios, destruir los bosques nativos para transformarlos en sojales sin un sólo árbol en kilómetros, provocando un daño social, cultural y ambiental con características de genocidio. Eso tiene varias décadas, pero esta agresión actual es un “toque de diana” de una nueva ola recolonizadora del capital yanqui-brasileño en la región.
Las comunidades campesinas son arrasadas, algunas quemadas y ametralladas, bajo la mirada cómplice de los poderes del Estado paraguayo, que hace la vista gorda mientras las familias campesinas sufren un asedio que por momentos adquiere las formas de guerra civil no declarada. Los terratenientes, fanáticos de Bolsonaro y sus métodos, se sienten envalentonados con el triunfo electoral y mucho más lo estarán con esta reunión cumbre en Foz do Iguazú.
El capitalismo dependiente de América Latina, con gobiernos que se arrodillan ante el FMI y el G 20 como el de Macri, que somete a lxs trabajadorxs y el pueblo a un ajuste despiadado, aplicado a fuerza de una creciente represión, persecución, encarcelamientos y hasta asesinatos a manos de las fuerzas de seguridad del Estado, como son el Caso Maldonado y Nahuel y ahora Orellano y Soria, aunque sin respaldo de ninguna clase en la población, recurre a un presunto “respaldo” del G 20, y a partir de ahí pretende reforzar la represión, habilitando a las fuerzas de seguridad a una verdadera “licencia para matar”, como la que tanto reivindica el presidente electo en Brasil.
Las organizaciones campesinas de Paraguay se han reunido recientemente a iniciativa, entre otras, de la ASAGRAPA (Asociación de Agricultores del Alto Paraná), en el Alto Paraná y otros departamentos del este paraguayo. Desde allí se ha comenzado a gestar un movimiento de rechazo a las razones político-económicas que convirtieron a Paraguay en un laboratorio de extensión neocolonial.
La población campesina, principal víctima de este modelo de hambre y exclusión, sin derechos democráticos es, sin embargo, la que se ha rebelado otra vez, contra esta ignominia y en defensa de la soberanía nacional, el respeto al medioambiente y la defensa de sus comunidades.
La respuesta del entramado terrateniente que usa el blindaje del Estado (los partidos políticos tradicionales, la justicia, la policía, etc.) y posee un ejército de sicarios o grupos de choque de carácter internacional que también es empleado por los carteles del narcotráfico de la zona, usa y abusa de Paraguay (célebre frase con la que el ex presidente Horacio Cartes, empresario narco, instaba a los “inversores” extranjeros) y hasta amenaza a sus gobernantes públicamente, a través de los medios de comunicación.
Esta cumbre de Foz do Iguazú no representa nada nuevo para ofrecer a los trabajadores y campesinos de América Latina. Al contrario, representa una regresión en todos los aspectos, en la soberanía política y alimentaria, en los derechos democráticos, en la educación, la ciencia y la cultura.
En Paraguay representará un retroceso en las condiciones del Tratado de Itaipú, que es lo que persigue denodadamente el gobierno brasileño. A esto se le suma que el actual gobernante, Mario Abdo Benítez, es un hijo dilecto del stronismo, vástago del ex personal del dictador, principal responsable de este sistema inmundo de corrupción, tierras mal habidas, entrega del patrimonio nacional paraguayo y represión a las comunidades campesinas e indígenas.
Estos representantes de la derecha que se arrodilla ante el imperialismo estadounidense y buscan disciplinar a los trabajadores con todas las herramientas coercitivas del Estado, no tienen nada para ofrecer a sus países, menos aún a sus trabajadorxs y campesinxs.
Unidad de trabajadorxs y campesinxs para enfrentar a la extrema derecha en américa latina
Esta derecha neofascista, truculenta y brutal, pretende responder con más barbarie al prolongado proceso de decadencia de los países dependientes. Tenemos que hacerles frente del único modo posible para tener éxito: uniendo, organizando y movilizando a los trabajadores y campesinos, como de hecho viene ocurriendo en cada país, aun con sus desigualdades.
Es necesario que en cada organización de trabajadorxs y campesinxs se debata, se tome la lucha en las manos de las y los protagonistas, construyendo democráticamente las mejores estrategias para vencer.
Políticos como Bolsonaro buscan derrotarnos por largos años. Llamamos a todas las organizaciones obreras, populares, campesinas, antiimperialistas, de mujeres, estudiantiles y de derechos humanos, a encarar una fuerte campaña y movilización internacional de denuncia de estos elementos de la derecha latinoamericana que gobierna para el FMI y Trump, en contra de los intereses de la inmensa mayoría de la población trabajadora, campesina y originaria de nuestros países.
Ante cada lucha que se presente en cualquier país, es necesaria la más amplia e inmediata solidaridad. Hay que hacer como las mujeres en Argentina o en Brasil con #Ele Não, lo mismo que el movimiento campesino en Paraguay. Hay que ganar las calles y construir la más amplia unidad contra esta derecha que quiere someternos.
Primeras firmas:
ARGENTINA
Anticapitalistas en Red
Corriente Política de Izquierda
Corriente Popular Juana Azurduy
Democracia Socialista
Frente Popular Dario Santillan
Frente Popular Dario Santillan – Corriente Nacional
Izquierda Latinoamericana Socialista
La Caldera
Marabunta – Corriente Social y Política
Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social
Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST)
Opinión Socialista
Poder Popular
Vamos – Frente Patria Grande
Claudio Katz
Eduardo Lucita
Guillermo Almeyra
Julio Gambina
Roberto Saeñz/Corriente Socialismo o Barbarie
BRASIL
Comuna/PSOL
LSR- Liberdade, Socialismo e Revolução/PSOL
Resistência/PSOL
Socialismo ou Barbárie/PSOL
Subverta/PSOL
PARAGUAI
Alternativa Socialista
Movimiento Por el Socialismo (MPS)
* Nuevas firmas enviar para [email protected]
EM PORTUGUÊS
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