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La extrema derecha abre las alas: la izquierda tiene que cerrar los puños

 

Editorial 6 de octubre

La extrema derecha está elevando el tono. Defiende la judicialización de la política y una “intervención” (golpe) militar, en caso de que la crisis política y social se agrave más. En el terreno de la cultura, avanza en la censura de las artes, en particular del arte LGBT. Defiende la enseñanza religiosa en las escuelas y el retorno de la infame “cura gay”.

El movimiento LGBT ya se levantó contra los golpistas. Ahora, todos los movimientos sociales del pueblo explotado y oprimido necesitan unirse y contraatacar a la derecha.

¿La judicialización de la política resolvería el problema?

Es visible la desmoralización del Congreso Nacional y de la Presidencia de la República ante la opinión pública. Las reformas de Temer y los ataques del Congreso a los trabajadores y a las personas oprimidas son ampliamente rechazados por la población.

La corrupción, que siempre ha sido intensa en este país, deslegitima a los políticos tradicionales. Como consecuencia, el Poder Judicial gana fuerza política. Gran parte de los empresarios y de los poderosos, en particular los de los grandes medios y los fundamentalistas, apoyan esta ofensiva judicial. El discurso hipócrita es el de la necesidad de la “renovación” para “limpiar” la política.

Sin embargo, en el actual sistema político y económico, es imposible una renovación verdadera. A pesar de la prohibición formal de que las empresas financien las candidaturas electorales, los grandes empresarios continúan arrojando dinero en los partidos y en los políticos del orden, por medios lícitos e ilícitos. João Dória, del PSDB, una de las nuevas apuestas de la burguesía, es el fiel retrato de eso. El Partido Nuevo, creado y mantenido por millonarios, también explica con claridad ese cuadro.

Como si eso no bastara, la reaccionaria reforma político-electoral llevada a cabo por el Congreso creó un fondo, que será mantenido por el Estado, para financiar las campañas electorales de forma desigual, privilegiando a los partidos más grandes (PMDB, PSDB, PT, etc.). La cifra es escandalosa: 1.700 millones de reales del dinero público irá a parar en manos de las cúpulas partidarias.

La judicialización de la política tiene también el objetivo de bloquear la candidatura de Lula, para que un candidato de la derecha tradicional pueda vencer en las próximas elecciones. Los extremistas de derecha también tienen interés en dar espacio a la candidatura de Bolsonaro, que ya fue condenado jurídicamente por machismo y racismo.

¿Existe “intervención militar” sin golpe?

Los defensores de la “intervención” militar afirman que la forma de resolver la crisis política sería la acción de las Fuerzas Armadas en la política, destituyendo a la actual presidencia para, supuestamente, restaurar la democracia y apartar a los corruptos. Eso es una trampa. La historia demostró que, cada vez que los militares asumen el poder, el país se convierte en una dictadura, sin libertades para el pueblo. Ese discurso de “restaurar la democracia” es muy similar al discurso hecho para defender el golpe en 1964, que llevó al país a 25 años de dictadura.

Durante el siglo veinte, varios golpes militares se realizaron en América Latina bajo la orden del gobierno de Estados Unidos. El objetivo era, en un contexto de guerra fría, eliminar cualquier posibilidad de avance de la lucha de los trabajadores y del pueblo pobre. La dictadura militar en Brasil fue uno de los regímenes más corruptos de nuestra historia.

No creemos que exista el peligro inmediato de un golpe militar. Las amenazas, hoy, son otra forma de disputa ideológica y política de la derecha y, por eso, tenemos que combatirlas vigorosamente, sin vacilación y subestimación.

Unir a los trabajadores y oprimidos contra el gobierno y la extrema derecha

La izquierda necesita inmediatamente confrontarse política e ideológicamente con la extrema derecha, en particular contra Jair Bolsonaro, el MBL, los generales progolpe y otros fundamentalistas.

Tenemos que comprender que las discusiones sobre la desnudez, la supuesta pedofilia y zoofilia en el arte son un discurso hipócrita. La desnudez y la semidesnudez están presentes desde hace mucho tiempo en las artes, los medios de comunicación, la prensa y la publicidad, en particular de las cervezas. Esta discusión comenzó justamente en un museo de arte LGBT y tiene el objetivo de retornar la discusión, tan presente en las dictaduras, de la defensa de la “moral y de las buenas costumbres”. No es sobre pedofilia, es sobre moralismo.

La precandidatura de Bolsonaro, que utiliza dinero de la Cámara de Diputados para campañas político-electorales, necesita ser combatida desde ahora. Para ello, es necesaria una precandidatura de izquierda que sea alternativa al PT y denuncie a ese candidato reaccionario, racista, machista y LGBTfóbico.

Es necesario, por un lado, convocar a los movimientos sociales y a los sindicatos a que se movilicen contra todos los ataques del gobierno, de los fundamentalistas y de la extrema derecha. Por otro lado, la izquierda necesita entrar con fuerza y ​​con voluntad en la disputa ideológica en defensa de los explotados y oprimidos. Cerremos los puños y  preparémonos para la lucha.

Foto: Carol Burgos | Izquierda Online