Mediante un aplastante e irreversible resultado electoral del 53%, según la última emisión del Concejo Nacional Electoral, el triunfo de Xiomara Castro a la Presidencia de Honduras constituye un hito que, en términos históricos, cierra el tenebroso periodo iniciado con el Golpe de Estado del 28 de junio de 2009 e inaugura una etapa en la que las mayorías populares depositan altas expectativas, pero cuyo perfil real esta aun por ser definido. Este triunfo de la coalición liderada por el Partido LIBRE ha generado muchas expectativas de que Honduras estaría pasando en dos meses (periodo de la transición al nuevo gobierno) de un gobierno conservador a un gobierno de “socialismo democrático” como lo ha definido Xiomara Castro. Pero ¿es realmente así? Todo depende. Veamos fríamente los números.
Que se gano
En un país donde el nivel de abstencionismo históricamente ha sido del 40% al 50%, en esta ocasión oficialmente participo el 68% de la población elegible para votar (32% de abstención reconocida). En su actualización del 29 de noviembre el CNE dio a Xiomara Castro una ventaja de 20 puntos, con el 51.45% de las actas procesadas. Según su reporte, Xiomara obtuvo el 53,61% de los votos seguido de Nasry Asfura, del gobernante Partido Nacional (gobernante), con 33,87% y Yani Rosenthal, candidato del otrora pujante Partido Liberal, con el 9,21%; resultados muy cercanos a los de varias encuestas de boca de urna hechas el mismo día (por ejemplo, la encuestadora Synopsis pronosticaba 52% para Xiomara, 39 para Tito Asfura y 9% para Rosenthal). Este resultado, que los conteos definitivos solo están confirmando, indica un triunfo arrollador de la coalición opositora sobre el oficialismo en el nivel presidencial.
En las alcaldías la coalición ha ganado hasta ahora 189 de las 298 alcaldías (63%). Aún más significativo fue el catastrófico resultado electoral obtenido por el partido de gobierno en la elección a alcalde de Tegucigalpa, capital de Honduras, otrora un bastión del Partido Nacional donde históricamente había ganado 7 de 9 elecciones; en esta ocasión se derrumbó obteniendo entre el 25 al 30% de los votos frente al 40%-50% de LIBRE; similar hundimiento sufrió en San Pedro Sula, la segunda ciudad más poblada. De hecho, los candidatos oficialistas reconocieron públicamente su derrota y felicitaron a los respectivos alcaldes electos de la oposición.
Esto significa que la coalición tiene una correlación de fuerzas aplastante en estos dos niveles electivos, lo que le permite tener la capacidad de tomar iniciativas desde el Poder Ejecutivo y desde las alcaldías que impacten en bienestar de la población, con la cual podrá tener contacto directo.
Que se gano limitadamente
El triunfo fue menos contundente en el Congreso Nacional, aunque fue lo suficientemente positivo para al menos impedir que el partido de gobierno siga conduciendo al Estado a su antojo.
Este poder del Estado fue gobernado durante casi todo el siglo XX y este segmento del siglo XXI por una alianza entre el Partido Nacional con el Liberal que le permitían tener una holgada mayoría absoluta de más del 50% de diputados. En esta ocasión, la tendencia indica que ese control estratégico ha sido roto: el partido oficialista obtuvo 42 diputaciones y el Partido Liberal logro 20, mientras que la Democracia Cristiana y el PAC, también aliados del PN, lograron 1 diputado cada uno, para un subtotal de 64 diputaciones. Es decir que por primera vez en la historia de Honduras el bipartidismo perdió su mayoría mecánica en el Congreso junto a sus aliados menores, y con ello perdió la fuerza necesaria para aprobar o derogar leyes, hacer reformas constitucionales y elegir otros órganos del Estado. En ese sentido, Honduras se ha salvado de seguir su camino al abismo al corto y mediano plazo.
Aunque el conteo aun no es definitivo, la tendencia registrada por “El Libertador” en su edición del 1 de diciembre, es que LIBRE obtuvo 50 diputados y el PSH logro 12, es decir, 62 diputaciones de la coalición; a estos habrá que sumar unos diez diputados de la Alianza Liberal Opositora (que no apoyaron a Yani Rosenthal) para hacer un subtotal de 72. Esto le daría los números necesarios para asegurar la mayoría simple, con la cual podría implementar las decisiones más importantes que ofreció en su plan de gobierno y el presupuesto necesario para ello, siempre y cuando los aliados de LIBRE lo acuerpen. De ocurrir eso, parte del estatus quo que construyó el Partido Nacional estaría condenado a su fin, y de esa forma se puede revertir, al menos parcialmente, el orden establecido desde el Golpe de Estado.
Sin embargo, esta relación de fuerzas hace que para elegir el próximo año la Junta Directiva del Congreso Nacional, así como una nueva Corte Suprema de Justicia, Ministerio Publico y Tribunal Superior de Cuentas afines a la coalición opositora, necesitaría los otros 12 votos del Partido Liberal leales a Yani, quien ha actuado como aliado del cachurequismo, y aun así le harían falta votos. En ese sentido, no contar con la mayoría calificada es el principal cuello de botella para que el gobierno de la coalición pueda realizar el desmantelamiento completo del régimen y llevar a la justicia a los mafiosos.
Conclusiones
En pocas palabras, los resultados de esta elección han significado un importante avance en cuatro sentidos:
1. EL pueblo con su masiva expresión electoral ha terminado con la dictadura oprobiosa que se impuso con el Golpe de Estado de 2009, al desalojar del Poder Ejecutivo y de la mayoría de las alcaldías a la mafia criminal que sumió al país en el oscurantismo más vergonzante de los últimos 50 años.
2. La coalición en el corto plazo podrá frenar desde el Poder Ejecutivo la aplicación de la actual legislación vigente que es favorable a los más oscuros intereses de la oligarquía y las mafias del crimen organizado pues tiene la facultad de sustituir los puestos claves de la burocracia gubernamental que funciona para los intereses de estos grupos mafiosos.
3. El bipartidismo tradicional sufrió una histórica derrota que le impide tener la mayoría necesaria en el Congreso Nacional para seguir aprobando leyes y disposiciones presupuestarias con los que succiona recursos del erario para su sucia corruptela, seguir beneficiando a los grupos de poder económico y entregar la soberanía nacional.
4. La coalición opositora tiene fuertes posibilidades de lograr una mayoría en el Congreso Nacional que le permita gobernar.
Pero existen serios desafíos a la coalición:
1. En el corto plazo la coalición ganadora enfrentara su momento de mayor riesgo, dado que el actual partido de gobierno y el lado oscuro del Partido Liberal detentan en este periodo de transición el control del Poder Ejecutivo, el Legislativo, las corporaciones municipales y las Fuerzas Armadas, y por varios meses más conservaran la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio Publico y el Tribunal Superior de Cuentas, por lo que cabe esperar en esos meses que la oligarquía utilice esta ventaja para hacer un saqueo masivo de las instituciones públicas, destruir evidencia y también bloquear y poner en Jaque al nuevo gobierno en varios campos.
2. Inclusive la mayoría simple lograda por la coalición en el Congreso es frágil porque depende de que se mantenga firme la totalidad de sus diputados y que se sumen diputados del Partido Liberal que no tienen un compromiso orgánico con aquella. Debe tomarse en cuenta que la práctica de la compra de votos por el gobierno es un riesgo que en el pasado ya ha causado pérdidas importantes a las bancadas de oposición.
3. La coalición no podrá contar con mayoría calificada en el Congreso y por ende podría verse imposibilitada de desmontar la arquitectura jurídica y el modelo capitalista neoliberal que fue tejido durante 12 años de régimen golpista y que funciona en beneficio de la oligarquía y de las mafias gobernantes. Esto conlleva el riesgo de que la coalición sea tentada a disminuir las expectativas de sus planes para ablandar ese cuello de botella en el Congreso, lo cual iría en desmedro de la población y al largo plazo de su propia sustentación política.
Que hacer
Lo primero es que se abandonen las malas prácticas de acuerdos bajo la mesa y conciliábulos con el partido de gobierno que se han acostumbrado porque con la oligarquía no puede haber lugar para la menor confianza. Esas prácticas pueden poner en riesgo la alianza que se ha forjado hasta ahora y haría peligrar la frágil mayoría en el Congreso.
Lo segundo es que, en este periodo de transición del viejo al nuevo gobierno, la coalición organice la vigilancia de las instituciones públicas para desenmascarar y detener su saqueo por parte del gobierno saliente. Los trabajadores y vecinos de esas instituciones pueden ser organizados para alertar de eventos de saqueos.
Lo tercero, y prioritario, es que, una vez instalado, se acuda al Pueblo que le dio el triunfo instalando mecanismos participativos de masas que le permitan tenerlo de aliado para enfrentar a la burocracia del Estado del poder legislativo y a las bancadas conservadoras, que seguramente tomaran la ofensiva para poner en jaque al nuevo gobierno. Solo mediante una poderosa movilización y organización social activada en pro de los temas que reflejan sus intereses se podrá derrotar a la mafia conservadora y romper el orden de cosas imperante. Para lo anterior es necesario que el Pueblo sea convocado a mecanismos participativos como Plebiscitos, referéndum, cabildos abiertos, y sobre todo a una movilización constante y creciente en pro de sus causas históricas, proceso en el cual de manera natural podrá identificar como su enemigo principal a las fuerzas retrogradas instaladas en el Congreso, en las demás instituciones del Estado central y municipal.
Lo cuarto es utilizar la ventaja que le da a la coalición contar con la mayoría simple en el Congreso, en el Poder Ejecutivo y las corporaciones municipales para cumplir con las medidas de gobierno que alivien de manera directa la crisis económica y social de las mayorías, en especial las medidas orientadas a sacar a la población del marasmo en que lo ha dejado la corrupción, la pandemia y los huracanes. Es clave proporcionar logros tangibles y visibles a la población y no ceder a priorizar el apoyo a las cúpulas empresariales.
Lo quinto es utilizar el poder delegado por el Pueblo en el gobierno para detener el brazo represivo de las Fuerzas Armadas y las policías nacionales y municipales, posibilitando así la libre movilización popular. Para eso es necesaria una inmediata reestructuración de los niveles de mando principales de las instituciones armadas incluso para prevenir la eventualidad de un Golpe militar.
Lo sexto es zafarse al largo plazo de la camisa de fuerza de la institucionalidad política existente, en especial del cuello de botella del Congreso Nacional, empezando por no ceder a la tentación de darle prioridad a negociaciones que terminan bajando las banderas que interesan al pueblo, y al mediano plazo iniciando un proceso de convocatoria a una Asamblea Constituyente Originaria que de manera directa consulte al Soberano y que se constituya en un poder democrático con las facultades necesarias para deshacerse de la legislación vigente que obstaculiza los cambios.
En suma, un gobierno que quiera beneficiar al Pueblo no podrá hacerlo con las viejas prácticas políticas conciliadoras, con la vetusta maquinaria estatal existente y en ausencia de participación popular. Se necesita un nuevo tipo de Estado en el que las masas populares sean las protagonistas. Solo si se toman medidas como estas el nuevo gobierno podrá romper los límites que el modelo político oligárquico le ha impuesto para gobernar e imaginar otra Honduras posible. De lo contrario, al largo plazo el Pueblo se decepcionará y se perderá la correlación de fuerza que le da sustento.
*Publicado en https://criterio.hn/logros-y-desafios-estrategicos-del-nuevo-gobierno-electo/
Comentários