No se trata solo de la aprobación de una ley más. Más allá de resolver un profundo problema de “salud pública”, único argumento que esgrimen el Gobierno y los partidos del régimen, se trata de una conquista histórica, como lo es la autonomía de las mujeres y personas con capacidad de gestar sobre sus cuerpos. Este es un aspecto fundamental de la dominación capitalista, que se sustenta en la explotación de clase y en la opresión de las mujeres y de muchos sectores sociales. Y esa opresión se ejerce también mediante el control de la capacidad productiva y reproductiva de las mujeres y personas con capacidad de gestar, ya que nos aprisiona y nos restringe a esa única característica, y la utiliza para profundizar las desigualdades.
Eso es lo que está en juego ante la posibilidad de conquistar el aborto legal en la Argentina, que nuestros cuerpos dejen de ser objetos al servicio de la reproducción de mano de obra y de fuerza de trabajo, que incrementa las ganancias capitalistas, y que esa autonomía, ese derecho a decidir arrancado mediante la movilización de décadas, se transforme en el primer paso en la conquista de todas las libertades que nos niega este sistema.
Esta pelea transcurre en la Argentina, pero involucra a todo el Continente, colonizado por el imperialismo y la Iglesia Católica desde hace siglos, donde se practican 6 millones de abortos inducidos por año; donde la tasa de mortalidad por aborto es la más alta del mundo, entre 5 y I0000 al año; y donde existe la mayor tasa mundial de embarazo adolescente, lo que constituye un mecanismo de reproducción de la pobreza y la desigualdad, ese “rostro femenino” de la pobreza, en la que mujeres y disidencias conforman el 70% de las personas que viven bajo la línea de pobreza.
Pero además, esa potente marea verde nucleada en la Campaña Nacional por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que llevó esta lucha a esta instancia, donde finalmente podría conquistarse en el Parlamento la legalidad del aborto; y el anterior Ni una Menos, movilización de masas contra la violencia patriarcal y los feminicidios, mostró el camino, recuperar desde los feminismos los métodos históricos de lucha de la clase obrera, la movilización, las huelgas, la unidad en la acción y el frente único alrededor de una demanda común, y provocó un efecto “contagio” que irradió a toda la Región, en un proceso que colocó a las mujeres y disidencias sexuales a la vanguardia de las luchas, como en Chile, donde fueron las estudiantes las primeras en saltar los molinetes, y las feministas organizadas quienes llevaron más a fondo la lucha contra el régimen pinochetista de Piñera; o el Elle Nao en Brasil, que colocó a las mujeres y disidencias al frente de la lucha contra el oscurantismo reaccionario encarnado por Bolsonaro, que rápidamente definió, junto con Trump, el Papa y todas las Iglesias, a la “ideología de género” como el principal enemigo.
Por eso nos unimos a esta pelea desde cada organización firmante de esta declaración, llamando a la más amplia movilización, a acompañar esa vigilia desde cada país, para que esta vez no se imponga en el Senado -como en 20I8- el oscurantismo clerical, para que sea Ley en la Argentina, y para que esa conquista de masas se extienda a todo nuestro Continente, apostando a que este ejemplo sea un salto en la organización y coordinación regional de acciones futuras, porque el capitalismo y el patriarcado caerán juntos o no lo harán, y el triunfo del movimiento feminista en la Argentina, nos acerca a esa perspectiva.
Luchas (Venezuela)
Militancia socialista revolucionaria (República Dominicana)
Movimiento por el Socialismo (Paraguay)
Opinión Socialista (Argentina)
Resistencia / Psol (Brasil)
Sembrar el futuro (Portugal)
Sororidad sin fronteras (Bélgica)
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