Cuatro aspectos de la coyuntura y una apuesta estratégica

Editorial, 22-6-2020. Traducción: Correspondencia de prensa
Pablo Henrique

Manifestação antirracista em Belo Horizonte (MG)

1 – La pandemia no está bajo control

La política genocida del gobierno de Bolsonaro ha hecho de Brasil el epicentro del covid-19 en el mundo, liderando el número de muertes diarias en las últimas semanas. Aparte del enorme subregistro, el país contó oficialmente, cuando cerramos este editorial, más de 50.000 vidas perdidas y 1 millón de infectados por el nuevo coronavirus.

Bolsonaro es el principal culpable de esta inmensa tragedia, pero los gobernadores y alcaldes también tienen su parte de responsabilidad. Cediendo a la presión de las empresas y del gobierno federal, están permitiendo el retorno de la mayoría de las actividades económicas no esenciales en un momento en el que la curva de la pandemia aún no se ha aplanado.

En nombre de la ganancia de unos pocos, los gobernantes están sacrificando deliberadamente las vidas de decenas de miles de brasileños. Y el Covid-19 no llega a todos por igual. Debido a la brutal desigualdad social y al racismo estructural, los trabajadores están muriendo, en la gran mayoría de los casos, especialmente la población negra y pobre de las periferias y las favelas.

A pesar del ritmo desigual de la enfermedad en las diferentes regiones y ciudades, es muy probable que el empeoramiento de la pandemia se produzca en las próximas semanas en el país. Por esta razón, debe reforzarse la campaña en defensa del aislamiento social, asociada a las garantías sociales y económicas para que la población trabajadora pueda permanecer en casa.

2- La crisis económica y social se profundiza

Tras el empeoramiento de la pandemia, la recesión económica adquiere proporciones gigantescas. La economía brasileña experimentará un fenomenal derrumbe en 2020, estimado de entre el 5 y el 10% del PIB.

Incluso si la propagación del covid-19 se pudiera controlar a corto plazo -lo cual parece improbable-, en los próximos meses se producirá una amplificación de los efectos nocivos de la caída recesiva. Ya se ha producido un vertiginoso aumento del desempleo (al menos 5 millones de puestos de trabajo fueron eliminados en el mes de mayo) y una caída significativa de los ingresos de la mayor parte de las familias trabajadoras y de clase media.

La política económica de Jair Bolsonaro y Paulo Guedes, con el apoyo de Rodrigo Maia y de la mayoría de los gobernadores, consiste en echar el principal costo de la crisis en la espalda de los trabajadores. Ya sea que se trate de un desempleo masivo y de la retirada de derechos, o de la disminución de los salarios e ingresos del trabajo, son los trabajadores y trabajadoras quienes más sufren la crisis.

Junto con los ataques sociales y económicos, hay una radicalización continua de la violencia racista y machista. Incluso en tiempos de pandemia, el número de muertes violentas de negros, periféricos y favelados por parte de la policía militar ha aumentado. Asimismo, se ha registrado un aumento de los casos de violencia contra la mujer.

Tanto por la brutal crisis económica como por el empeoramiento de la violencia racista y misógina, se está produciendo la inevitable profundización de la crisis social. Esto, a su vez, produce un aumento del malestar social en la clase trabajadora y también en las clases medias. La ayuda de emergencia de 600 reales, votada en el Congreso, impidió un colapso social inmediato, pero no detuvo el avance del empobrecimiento de grandes sectores de la población.

3- El gobierno de Bolsonaro se debilita

Sobre el suelo efervescente de la crisis económica y social, los conflictos políticos e institucionales se están intensificando. Frente a su creciente debilitamiento y aislamiento político, acelerado por la reciente ofensiva judicial liderada por el STF (Supremo Tribunal Federal), Bolsonaro responde con amenazas golpistas.

Pero el gobierno y la familia presidencial están cada vez más presionados. Las investigaciones sobre las noticias falsas y los actos antidemocráticos, ambas bajo el juicio de Alexandre de Moraes en el STF, condujeron en las últimas semanas al arresto de varios provocadores fascistas (entre ellos Sara Winter y Renan Sena), a la ruptura del secreto bancario de 11 parlamentarios bolsonaristas y a órdenes de registro y confiscación en las direcciones de los articuladores y financieros de las milicias digitales.

Además de estas investigaciones en curso en el STF, Fabrício de Queiroz fue arrestado en la casa de Frederick Wassef, un abogado de la familia Bolsonaro. Este episodio pone en el regazo de Flavio y Jair Bolsonaro un escandaloso caso de corrupción y relaciones criminales con la milicia de Río de Janeiro, aumentando el asedio judicial de la familia presidencial y el daño político a la imagen de la familia miliciana.

A pesar del notable debilitamiento del gobierno, no hay que subestimar las amenazas de golpe de Estado de Bolsonaro, ya que aún conserva una importante base social de apoyo (alrededor del 30% de la población). Además, la milicia tiene una fuerte influencia en sectores de las Fuerzas Armadas y la policía, y cuenta con el apoyo político de un segmento de la clase dirigente.

Por el momento, la línea que prevalece en la gran burguesía es la de evitar tanto el derrocamiento del gobierno (casación en el TSE o impeachment) como el avance autoritario del Bolsonaro (cambio a un régimen dictatorial). En una frase, quieren disciplinar al fascista sin quitarle el poder. En cuanto a las investigaciones del STF y del caso Queiroz, es deber de la izquierda exigir que se profundicen las investigaciones y que se castigue con el máximo rigor a los dirigentes y financieros de estos esquemas criminales, empezando por la familia Bolsonaro. ¡No hay libertad para los enemigos de la libertad!

4- El levantamiento antirracista en los EE.UU. y sus impactos en Brasil

Hay un hecho de enorme importancia en la lucha de clases mundial: el histórico levantamiento antirracista que sacude a los Estados Unidos. Este gran proceso de lucha, radicalizado y de masas, cuya vanguardia es la juventud trabajadora negra, ha desbordado las fronteras norteamericanas y se ha extendido a varios países del mundo. Como símbolo de este momento, han caído estatuas de traficantes de esclavos y líderes imperialistas en Bélgica, el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos, entre otros países.

La revuelta antirracista en el centro del sistema capitalista está derrotando a Donald Trump y abriendo el camino para nuevas revueltas en varias partes del mundo. Este levantamiento no puede entenderse fuera del contexto de la pandemia en el que los trabajadores -en particular los más oprimidos- están pagando con sus vidas y sus empleos el precio de la crisis.

Aunque Brasil vive una realidad política específica, la ola de lucha provocada por la revuelta de los EE.UU. impacta en nuestro país. En las últimas semanas, los actos callejeros han tenido una expresiva presencia negra, en su composición y en su agenda. La escena del cruel asesinato de George Floyd forma parte del mismo proyecto racista que, en Brasil, asesinó a Ághata, João Pedro, Miguel, Guilherme, Marielle… y tantas otras vidas que importan y que, sin embargo, son eliminadas por los dispositivos necropolíticos del Estado brasileño.

Además del impulso del levantamiento antirracista y de los importantes actos callejeros de los domingos de las últimas semanas, han surgido en todo el país acciones de resistencia de diversas categorías de trabajadores, como las movilizaciones de los profesionales de la salud y las paradas de los repartidores de aplicaciones, que marcaron una huelga para el primero de julio. El empeoramiento de la pandemia está impidiendo, por ahora, las protestas masivas en las calles. Pero la rabia que se está acumulando en amplios sectores de la clase trabajadora  y oprimida explotará en las calles, tan pronto como las condiciones sanitarias lo permitan.

Apuesta estratégica: preparar las condiciones para derrocar a Bolsonaro en las calles

Todo indica que el Brasil se dirige, a corto plazo, hacia una grave crisis nacional producida por la combinación sin precedentes de una crisis económica, social, sanitaria y política. A pesar del debilitamiento del gobierno, Bolsonaro no oculta el objetivo de avanzar, si tiene la fuerza para hacerlo, en el cierre del régimen.

Es un terrible error la apuesta por disciplinar a Bolsonaro, esperando cautelosamente las elecciones de 2022. Esta política presagia una amarga derrota. Bolsonaro es un fascista, y como tal, no se someterá al control “democrático”. Además, nos enfrentamos a un gobierno con un explícito propósito golpista al comienzo de una profunda crisis. Por lo tanto, la tarea de derrocar a Bolsonaro se impone como una necesidad inmediata e impostergable. No hay manera de salvar vidas y preservar los derechos sociales y las garantías democráticas con un fascista en la presidencia en medio de una grave crisis nacional.

La política que quiere evitar la confrontación, que quiere no provocar a Bolsonaro, aguardando las urnas dentro de dos años, abre el camino, incluso sin quererlo, al avance autoritario y fascista; que puede incluso impedir la celebración de elecciones democráticas en 2022. Por esta razón, es necesario, aprovechando el debilitamiento del gobierno, preparar las condiciones para derrocar Bolsonaro lo antes posible.

La clave para el derrocamiento de Bolsonaro está en la movilización de las masas en las calles. Esta posibilidad no se coloca inmediatamente debido al empeoramiento de la pandemia. Mientras no sea posible salir a la calle en masa, debemos batallar por la ampliación de la mayoría social contra el gobierno, dar centralidad a la agenda antirracista, construir las posibles luchas de resistencia en relación con las demandas más sentidas por el pueblo trabajador y oprimido, y fortalecer las acciones de solidaridad.

La unidad democrática con todos los sectores sociales y políticos para el Fuera Bolsonaro y por la defensa de las libertades democráticas amenazadas es muy importante. Y, más aún, es la construcción del Frente Único de los trabajadores y la izquierda por los derechos sociales y democráticos y por una alternativa política desde abajo, para cambiar el Brasil por y para la mayoría de nuestros trabajadores y negros.

Para salvar vidas, Fuera Bolsonaro!

Las vidas negras importan! ¡ Fin del genocidio del pueblo negro!

Por el aislamiento social, con condiciones económicas y sociales!

No hay libertad para los enemigos de la libertad! ¡Castigo a los fascistas!

Cárcel para Flavio Bolsonaro, corrupto y miliciano!

Por la extensión y el aumento de la ayuda de emergencia a un salario mínimo!

Ni un derecho menos! ¡Por la prohibición de los despidos!

Para la anulación de la placa Bolsonaro-Mourão en el TSE! ¡Impugnación ahora!

¡Para las elecciones presidenciales directas y libres por adelantado!

¡Por un frente de izquierda, por un gobierno de trabajadores y oprimidos!

 

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