A principios de marzo el gobierno de Donald Trump no le daba importancia a la pandemia del Covid-19, por ignorancia o prepotencia, no se sabe. Un mes y medio después se tiene la certeza de que el número de infectados y fallecidos en Estados Unidos a causa de la pandemia rebasará las cifras de todo el mundo de conjunto. El país más poderoso del planeta es incapaz de proteger a su población.
Los servicios médicos colapsaron haciendo imposible la atención a todos los infectados. Dicha situación de manifiesto la naturaleza del sistema capitalista con un servicio médico que tiene como objetivo único las utilidades de las grandes empresas químico farmacéuticas, los mismo que en Europa, pero más.
Al lado de esta crisis sanitaria, se ha manifestado la anunciada –desde finales del año pasado— crisis económica con “epicentro” en todos lados y de una gravedad, que se acepta será mucho peor que la de 2008. En este sentido, para Paul Krugman, premio nobel de economía,
“En nuestra última crisis, la economía se contrajo alrededor del 6 por ciento en relación con su tendencia a largo plazo, y la tasa de desempleo aumentó alrededor de cinco puntos porcentuales. Supongo que ahora estamos viendo una depresión de tres a cinco veces más profunda… esta caída no solo es cuantitativa fuera de las listas; es cualitativamente diferente de todo lo que hemos visto antes. Las recesiones normales suceden cuando las personas optan por recortar gastos, con la consecuencia no deseada de destruir empleos. Hasta ahora, esta depresión refleja principalmente el cierre deliberado y necesario de actividades que aumentan la tasa de infección”. (The New York Times 06/04/2020)i
Pero la gravedad de la situación de conjunto no termina ahí pues a las crisis sanitaria y económica se agrega la crisis política que viene sufriendo el régimen norteamericano desde el gobierno de George Bush, a principios de siglo. Justamente, luego de los desastres en Afganistán e Irak y los fraudes y corrupción de la clase política coludida con las grandes empresas como Enron, Punto com, empresas financieras, industria militar, etc.; la credibilidad de la población en su clase política y el sistema de libre empresa perdió credibilidad. La pandemia mostró que la industria médica-asistencial también es un desastre.
La crisis afecta a todo el sistema político norteamericano, principalmente a los partidos tradicionales, Republicano y Demócrata, más fuertemente a este último que ha perdido su base social de jóvenes, sobre todo ahora que Sanders decidió abandonar la lucha por la nominación como candidato a la Presidencia y apoyar a Joe Binden.
De conjunto, los costos de esta crisis estructural de EEUU la están pagando, como siempre, los más vulnerables, que se calculan en 145 millones (población blanca pobre, inmigrantes y negros; principalmente) y el resto de la clase trabajadora. Una clase que se asume como parte de la clase media pero que desde hace años ha visto caer su nivel de vida. Y que precisamente por ello un gran sector votó por Trump y su cascada de promesas, Let´s Make America Great Again, pero que no les ha cumplido.
Por ahora la pandemia sintetiza la crisis estructural que orienta peligrosamente a los Estados Unidos por el camino del abismo y en el que los mejor librados serán, aparte del uno por ciento dueños de casi todo, sectores de la clase media alta, el resto no sabemos cómo terminarán.
Pensar que Trump decía a principios de marzo que todo volvería rápidamente a la normalidad y que incluso celebraríamos todos juntos el Domingo de Pascua.
La sociedad norteamericana se polariza
Pese a sus increíbles errores para enfrentar la pandemia y que hoy le está costando la vida a miles, Trump continúa manteniendo altos índices de popularidad, incluso rebasando por momentos el 50 por ciento de aceptación. Sin embargo, su base social más consistente la constituye un tercio de la raza blanca, fascista y profundamente nacionalista.
Hay otro fragmento de blancos, que, junto a los sectores más vulnerables, se han estado movilizando en defensa de la educación pública, por servicios de salud para todos, aumentos a los salarios, contra la arbitrariedad policiaca, contra las masacres en las escuelas, por la defensa de los derechos de las mujeres, en defensa de los migrantes, contra los desalojos de las viviendas y a favor de los okupas y ahora por la solidaridad con los afectados por el Covid-19.ii
Cuando los trabajadores –hoy en receso esperando que pase lo peor de la pandemia— retomen sus labores (quince millones, o más, lo habrán perdido), estarán sumamente endeudados porque las semanas que no trabajaron no se las pagaran. Y aunque se habla de una moratoria de pagos, incluidos los alquileres de las viviendas, los juicios abundarán contra todos aquellos que tienen deudas. La ayuda de mil doscientos dólares por familia que prometió Trump no servirá de mucho. No obstante, el mayor drama lo están viviendo y lo seguirán viviendo los inmigrantes indocumentados, los más afectados por la pérdida de empleos, sin prestaciones laborales y sin servicios médicos.
Toda esta situación nos lleva a suponer –aunque parezca una exageración— que habrá grandes movilizaciones por demandas que antes solamente levantaban las masas trabajadoras de los países subdesarrollados.
Este fenómeno quizá ayude a explicar por qué el 47 por ciento de la población norteamericana, especialmente los jóvenes,iii ven con simpatía al “socialismo”,iv situación que no deja de sorprender dada la tradición rabiosamente anticomunista de la clase dominante. ¿Puede ser que casi la mitad de la población ha perdido su fe en el capitalismo?, ¿suena muy optimista? Lo es.
En el contexto se muestra también que amplias franjas de trabajadores y jóvenes están despertando a la vida política y que no es gratuito que la campaña de Bernie Sanders –autollamado “socialista democrático”—haya puesto en jaque al Partido Demócrata en las primarias para la nominación a la candidatura presidencial, hecho que obligó a la dirección demócrata a emprender una intensísima operación contra él para favorecer a Joe Biden y tratar de frenar el proceso de radicalización de trabajadores jóvenes y estudiantes, mayoritariamente blancos.v
Dada la gravedad de la crisis económica empeorada por la pandemia del Coronavirus-19, el gobierno norteamericano –con la complicidad de los grandes grupos financieros imperialistas—se dotará de un severísimo plan de ajuste económico donde los costos de la fiesta querrán que la paguemos las masas trabajadoras de todo el mundo, principalmente de América Latina, pero también querrán que la paguen las masas trabajadoras norteamericanas. Desde luego que Trump y aliados tratarán de hacerlo por las buenas de ser posible o por las masas de ser necesario, pero ¿podrán? Decimos esto porque aun cuando no hay mucha tradición de lucha sindical, los trabajadores norteamericanos no son sumisos, abnegados y obedientes, como lo han venido demostrando desde 2006, por lo que se esperan grandes combates al lado de estudiantes y otros sectores oprimidos y explotados.
Hacia la formación de un partido de trabajadores
La situación actual de crisis estructural, que pasa por la pérdida de credibilidad en los partidos del sistema, posibilita la formación de un partido de trabajadores, apoyado en otros sectores oprimidos y explotados, que rompa el monopolio de republicanos y demócratas. Que liquide la influencia sobre la consciencia de los trabajadores por parte de partidos imperialistas, principalmente el Demócrata que agrupa a buena parte de la actual burocracia sindical.
Este partido no solamente deberá disputar la consciencia de los trabajadores y el pueblo en el terreno electoral, sino que se debe convertir en una dirección que unifique las luchas por las reivindicaciones de los explotados y oprimidos, que se solidarice con la lucha de otros pueblos y que se perfile por un gobierno de los trabajadores y el pueblo.
Para quien haya llegado la lectura hasta aquí, supondrá que estamos delirando, pero quizá no tanto sobre todo si tomamos en cuenta, primero que la situación es en extremo grave, con tendencia a empeorar. Segundo la fuerza de los trabajadores norteamericanos es inmensa, quizá la más grande del mundo, y que no ha salido todavía a luchar con toda esa potencia. Lo que sí es posible es que este proceso no será de la noche a la mañana, pero que irá madurando conforme se vaya sazonando el ascenso de las luchas que los trabajadores vienen protagonizando hace años.
Por ejemplo, hay que pensar en qué va a pasar con los millones de parados por la crisis pues no se descarta que la tasa de desempleo podría alcanzar su máximo histórico de 25 por ciento registrado durante la Gran Depresión de 1929 y quizá rebasarlo según Bloomberg Economics. (La Jornada 10 de abril de 2020)
El Partido de Trabajadores tendrá que proponer una salida al flagelo del desempleo, y también que incluya servicios médicos gratuitos para toda la población (migrante o no), educación gratuita, vivienda, etc.
Por todo ello suponemos que será más sencillo que comprendan la necesidad de cambiar de modelo económico, para lo cual tendrán que cambiar del tipo de gobierno.
Por ahora las condiciones objetivas, derivadas de la misma crisis económica y social, están más maduras que las subjetivas (la consciencia de las masas trabajadoras y la ausencia de una dirección revolucionaria). No obstante, las condiciones subjetivas pueden avanzar mucho más allá traducidas, como dijimos más arriba, en un aumento de las movilizaciones, huelgas, aumento de la sindicalización (hay que decir que la sindicalización no rebasa el 10 por ciento de mano de obra empleada), plantones etc.
i Para el resto del mundo no menos suave fue la declaración de Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) para quien a nivel mundial “La crisis provocada por la pandemia de Covid-19 tendrá las peores consecuencias económicas de las que se tenga registro en 90 años, desde la Gran Depresión” y reconoció que “hasta el momento, se estima que en 170 países se reducirá el ingreso por persona al concluir el año”. (10 de abril de 2020)
ii Se han constituido por todo el país cientos de organizaciones solidarias con las familias más afectadas. Algunas de estas organizaciones las organizas las iglesias, pero muchas surgen como iniciativas comunales. Y son en su gran mayoría antigobiernistas.
iii “Socialistas millenials”.
iv Newport, Frank (13/8/18). Democrats More Positive About Socialism Than Capitalism. Gallup. https://news.gallup.com/poll/240725/democrats-positive-socialism-capitalism.aspx
v El propio Sanders lo entendió así, en febrero frenó su campaña y el 8 de abril se declaró derrotado para salir a apoyar a Biden. De esta forme evitaba que se radicalizaran más sus partidarios.
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