Más de 75 años de colonialismo del Estado de Israel sobre Palestina y la crisis general de la hegemonía del imperialismo occidental, son los dos ingredientes centrales para comprender la situación en Oriente Medio. Una crisis global sobre la que debemos hacer balance de nuestras tareas para apoyar la liberación de Palestina.
Una crisis global del imperialismo occidental que no es reciente. Bajo distintas formas, se vienen desarrollando movimientos reales de rechazo al imperialismo occidental donde habitualmente éste había podido instalarse. Es el caso del norte de África, donde hace una década movimientos populares y democratizantes se levantaron en rechazo a regímenes que, de una u otra manera, mantenían la relación colonial y autoritaria en la que los procesos de descolonización formal habían derivado en el norte de África. A diferencia de los casos anteriores, la derrota de los movimientos populares que sacudieron el norte africano ha dado lugar a profundos movimientos regresivos en los que occidente sigue interviniendo para intentar garantizar sus intereses. Una economía de expolio que le asegure materias primas y energías baratas y el control de los flujos migratorios son dos de los principales objetivos.
Puede parecer que pasaron décadas, pero hace apenas dos años los soldados estadounidenses se retiraban apresuradamente en sus aviones del aeropuerto de Kabul reconociendo su derrota final en Afganistán. Dos décadas de presencia militar no fueron suficientes para instalar de forma estable un poder occidental en la región. Dos años después le ha llegado el turno al colonialismo francés. La retirada de Francia de África occidental, constituye el correspondiente movimiento de rechazo al colonialismo en el centro continental. En una reciente entrevista del periodista Enric Bonet a Bertrand Badie, uno de los especialistas en Francia más prestigiosos sobre las relaciones internacionales, declaraba: “la retirada de soldados franceses de Níger representa el mayor fracaso para Francia desde la descolonización”. Una retirada a la que Francia se vio obligada tras semanas de movilizaciones populares y presión regional, con la menor o mayor influencia del gobierno ruso y en menor medida el chino. Una fecha que quedará marcada en rojo para la historia como el día en el que Francia tuvo que abandonar lo que siempre ha considerado como su propio patio trasero.
Pero si un capítulo refleja bien la nueva fase en la que estamos entrando, es sin duda la guerra de Ucrania fruto de la invasión rusa. Un salto cualitativo en la disputa por el nuevo reordenamiento mundial conforme la hegemonía occidental sigue retrocediendo. Es evidente que la oligarquía rusa no podía haber dado este decisivo paso si no fuera por la evidente crisis del imperialismo occidental tras décadas de expansión de la OTAN. En los campos de Ucrania se disputa hoy solamente una de las distintas batallas que se están activando en el mundo por la reconfiguración mundial.
Este ataque sobre Israel no hubiera sido posible sin la debilidad de una potencia, y sus fracturas internas, cuyo principal sostén no está dentro de sus propias fronteras
De la misma manera que la ofensiva rusa fue posible por la sucesión de factores regionales e internacionales marcados por el decreciente poder del imperialismo occidental, la ofensiva de la resistencia palestina del pasado 7 de octubre refleja también una oportunidad aprovechada ante el debilitamiento de occidente, a partir del Estado de Israel como su máximo representante, en Oriente Medio. Ante nuestros ojos presenciamos estos días en Palestina el último capítulo, hasta ahora, de esta concatenación de acontecimientos que reflejan como nunca la situación de crisis que se profundiza. Este ataque sobre Israel no hubiera sido posible sin la debilidad de una potencia, y sus fracturas internas, cuyo principal sostén no está dentro de sus propias fronteras, sino en el apoyo imprescindible que le proporciona el imperialismo estadounidense y europeo.
La respuesta israelí no se ha hecho esperar. Una auténtica ofensiva que no busca solo una derrota militar de Hamas, sino completar la colonización del pueblo palestino mediante un genocidio. Lo cual nos obliga a plantearnos una serie de preguntas y también nos impone tareas.
¿Por qué nos importa la derrota de Israel en Europa?
La primera razón, a pesar de parecer evidente, es sencillamente por solidaridad. En estos tiempos es necesario recordarlo: nuestra solidaridad está con el pueblo oprimido. Son ya más de 10.000 las palestinas y palestinos asesinados por el régimen israelí y toda una lista de incumplimiento del derecho internacional. Ante esta situación solo cabe la solidaridad y el apoyo a Palestina en su lucha por la liberación del colonialismo. En cuya lucha, las diferentes opciones de las que podrían dotarse los oprimidos, el pueblo palestino, no están dispuestas a la libre elección sino que vienen totalmente determinadas por el régimen de apartheid impuesto por el opresor, en este caso el Estado de Israel.
Cuando señalamos el retroceso de la hegemonía de occidente en el mundo, hablamos de sus derrotas militares, pero también y principalmente de un fracaso político
En segundo lugar, debemos atender al papel objetivo de quienes lideran esta ofensiva colonizadora mientras continúa profundizándose la crisis internacional del capital. Si en 1914 la primera gran guerra imperialista partía de la disputa por el control colonial del mundo, hoy los distintos bloques vuelven al enfrentamiento en África, Asia y el este de Europa ante las oportunidades que se abren dado el claro declive de la hegemonía del imperialismo occidental. Es importante señalar que cuando hablamos de hegemonía, no hablamos exclusivamente de su capacidad militar para imponer sus voluntades en cualquier rincón del mundo. Si indudablemente este aspecto es importante, no lo es menos como su capacidad para extender y convencer a millones de personas de una forma concreta de comprender y vivir en el mundo, tanto dentro como fuera de sus propias fronteras. Por lo tanto, cuando señalamos el retroceso de la hegemonía de occidente en el mundo, hablamos de sus derrotas militares, pero también y principalmente de un fracaso político. Una prueba evidente es que, ante la dificultad creciente de las burguesías occidentales para ordenar el mundo, no es casualidad que hayan sido las principales potencias imperialistas europeas las primeras en recurrir a la represión de los movimientos en apoyo a la resistencia Palestina. La misión “democratizadora” que históricamente se han arrogado los líderes europeos sobre el resto del mundo, salta por los aires en su propia casa a la primera de cambio. Y es que el Estado de Israel constituye para el imperialismo occidental una “cabeza de puente” en el mismo corazón de Oriente Medio, esta voluntad colonizadora lo ha impulsado desde su nacimiento. Por lo tanto, la derrota de Israel es la derrota del imperialismo occidental en una región donde éste sigue interviniendo sobre la política nacional de millones de personas en una región central para el nuevo ordenamiento mundial. La derrota del proyecto sionista es por lo tanto condición de posibilidad de liberación de las naciones oprimidas y facilita una quiebra más en la dominación de la burguesía europea y estadounidense.
En tercer lugar: contribuir desde la izquierda revolucionaria en Europa a la derrota de Israel, nos abre la posibilidad a relaciones y alianzas con los sectores populares árabes, iraníes y de los pueblos de Asia, así como quienes en las metrópolis imperialistas de Europa y América lo están haciendo en una movilización de alcance mundial y en ocasiones contra sus gobiernos en solidaridad manifiesta con Palestina. Demostrarnos como un activo útil y efectivo contra el imperialismo.
Pero no seamos ingenuos, o somos efectivos en el despliegue de una posición nítida a la par que efectiva desde el campo de la izquierda revolucionaria o al repliegue del imperialismo occidental le sucederán otros que nada tienen que ver con la causa de las trabajadoras y trabajadores del mundo. ¿Por dónde empezar a movernos?
Nuestras tareas
La primera tarea es urgente, expandir y profundizar en un movimiento internacional en solidaridad con Palestina que denuncie el genocidio que Israel está perpetrando. Son millones ya las personas que se están movilizando en todo el mundo. Hace falta bucear años en la historia para encontrar un movimiento unitario de semejante envergadura en defensa de la libertad. Ampliar esta solidaridad a cada rincón del mundo y a más capas sociales debe ser el primer punto en nuestra lista.
Solo en el primer semestre de 2022, bajo el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, se vendieron armas a Israel por valor de 9,2 millones de euros
En segundo lugar, es nuestra tarea contribuir a la liberación de Palestina del yugo colonial israelí golpeando al imperialismo occidental que sostiene al régimen sionista. De sobra es conocido el papel de Estados Unidos, pero no hace falta irnos tan lejos. Entre 2016 y 2021 los gobiernos españoles autorizaron 161 licencias de exportación de armas por valor de más de 40 millones de euros, incluyendo munición, armas cortas y aeronaves. Solo en el primer semestre de 2022, bajo el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, se vendieron armas a Israel por valor de 9,2 millones de euros.
De esto se deriva una obligación concreta que nos interpela directamente: desenmascarar el carácter imperialista de esta guerra y de las voluntades de occidente. Ante lo cual la izquierda del Estado Español tiene a su alcance demostrarse útil poniendo todos los medios con los que cuenta para quebrar las bases de Israel, en este caso en Europa. Decía Lenin en 1915 a propósito del apoyo a la Primera Guerra Mundial “no trabaja en beneficio de la paz democrática el que repite los buenos y generales deseos del pacifismo, que nada dicen y a nada obligan”. Pues bien, EH Bildu, Podemos, IU y el PCE, BNG, Sumar y ERC tiene una gran oportunidad obligando a Sánchez a la ruptura de relaciones con Israel a cambio de su apoyo en la investidura en los próximos días. Ningún gobierno vale más que la vida de todas y todos los palestinos y este movimiento permitiría salir de la situación de permanente defensiva en la que se sitúa la izquierda parlamentaria frente a la derecha.
En tercer lugar, el papel cómplice de la burguesía occidental ante la situación en Palestina, refleja además de la capacidad, la necesidad de la izquierda de reconstruir sobre el internacionalismo una alternativa moralmente reconocida por amplias capas de trabajadores que vean en ella la mejor salida para el conjunto de la humanidad. En un momento donde el famoso “derecho internacional” se demuestra claramente como el derecho del imperialismo occidental para imponer por la fuerza sus propias normas, solo la clase trabajadora mundial puede liderar un movimiento que combine la liberación de los pueblos del mundo en clave ecosocialista, con la necesidad de evitar un conflicto internacional nuclear. Es por esto que las iniciativas que están tomando ya trabajadoras y trabajadores en el mundo negándose a fabricar y transportar más armamento a Israel tienen un triple efecto: por un lado laminan los recursos militares que éste emplea sobre el pueblo palestino, en segundo lugar demuestran el papel imprescindible de la clase trabajadora para el movimiento del mundo y en último lugar, generan un importante efecto político sentando las bases para enarbolar y poner en práctica un proyecto internacionalista alternativo al caos y la destrucción que nos imponen los distintos imperialismos en pugna.
Es por todo ello que debemos contribuir activamente a detener la masacre que está perpetrando Israel sobre Gaza y que sumará otros cientos de asesinadas y asesinados mientras se escriben estas líneas. No para culminar en una nueva paz imperialista, que no es mucho mejor que la guerra imperialista como quedó nítidamente reflejado en los acuerdos de Oslo que gran parte del pueblo palestino viene rechazando, sino para alcanzar al fin una paz que suponga la libertad del pueblo palestino poniendo fin al apartheid. Debemos apoyar a la liberación de Palestina para alcanzar una paz que debe partir de la derrota y abolición del régimen de apartheid en Israel, para construir un estado palestino unificado, laico, plurinacional y ecosocialista, donde todas las personas tengan los mismos derechos, independiente de su nacionalidad. Aunque a todas luces hoy nos parezca un lejano horizonte, es el único posible y no debemos renunciar a él.
Comentários