Traducción de Correspondencia de Prensa, 20-9-2021
Es necesario tener esperanza, pero tener esperanza del verbo esperanzar; porque hay gente que tiene esperanza del verbo esperar. Y la esperanza del verbo esperar no es esperanza, es esperar. Esperanzar es levantarse, esperanzar es ir detrás, esperanzar es construir, esperanzar es no rendirse. Esperanzar es avanzar, esperanzar es unirse a otros para hacer las cosas de manera diferente…”
Paulo Freire
Este domingo, el pernambucano Paulo Freire habría cumplido 100 años. Se le considera uno de los fundadores de la llamada pedagogía crítica y uno de los pensadores más notables de la historia mundial de la educación. Su legado es inmenso y necesario, especialmente en estos tiempos oscuros, en los que el gobierno Bolsonaro y su actual ministro de Educación, Milton Ribeiro, atacan de diversas maneras a la educación pública, y en el empeoramiento general de las condiciones de vida como resultado de los profundos impactos de la pandemia del COVID 19. Es fundamental rescatar el aporte del maestro, constantemente vilipendiado por reaccionarios de todo tipo, y particularmente por la corriente neofascista que actualmente dirige el país.
Paulo Freire, honrado con más de 35 títulos de Doctor Honoris Causa por universidades de Europa y América, es el tercer autor más citado del mundo, con una de las contribuciones más importantes a la educación. Desarrolló una metodología de alfabetización de adultos que toma como punto de partida los conocimientos aportados por los alumnos, basados en el contexto comunitario, y fundamentados en el diálogo y en un enfoque contra la opresión.
No por casualidad, el gobierno actual y sus aliados reaccionarios atacan constantemente su memoria. En una entrevista con el diputado federal Eduardo Bolsonaro, el ex ministro Weintraub afirmó que Paulo Freire es «feo, débil y no tiene resultados positivos». Los ataques al educador también vinieron del propio Bolsonaro cuando afirmó que Paulo Freire era un «energúmeno» y señaló su intención de quitarle el título de patrono de la educación. Una gran movilización en las redes, además de su innegable influencia e importancia para el mundo, impidió que el actual gobierno llevara a cabo la retirada del título.
Desde el anuncio de su victoria en la segunda vuelta de las elecciones de 2018, Bolsonaro ha demostrado de forma inequívoca su voluntad de situar la educación y la profesión docente en el centro de su proyecto contrarrevolucionario. Además de mantener la política económica ultraliberal, iniciada por el gobierno de Temer con el Techo de Gasto, los ataques del gobierno de Bolsonaro también asumieron la dimensión ideológica, que ya se había hecho notoria en la campaña electoral con una serie de spots mentirosos (como los facinerosos “kit gay” y la “mamadeira de piroca”). Con las fake news y los valores conservadores, el gobierno vive una cruzada contra el «adoctrinamiento» en las escuelas, combatiendo el «marxismo cultural» y la «ideología de género». Bajo la cobertura de la «Escuela sin Partido», lo que vemos en realidad es que la extrema derecha quiere imponer en las escuelas un partido único, de percepción retrógrada, elitista, racista, sexista y logpfóbica.
Por otro lado, siempre según los seguidores del ideólogo del bolsonarismo, Olavo de Carvalho, la pedagogía freireana sería responsable del desempeño negativo de los estudiantes brasileños en las evaluaciones internacionales y nacionales. Reclaman una vuelta a los métodos tradicionalistas de enseñanza (la «beabá» del Primer Camino Suave), que, aunque tradicionales y muy presentes en la vida escolar cotidiana, nunca han presentado resultados satisfactorios y destacan por una enseñanza enciclopédica, sin estimular el pensamiento crítico y transformador de la comunidad escolar. Por otro lado, la metodología de nuestro patrono contribuyó a la sorprendente alfabetización de más de 300 adultos en una experiencia en Angicos, en Rio Grande do Norte. Para su mejora, la Educación necesita inversiones, que hoy son insuficientes debido a la política económica aplicada en el país desde la Constitución en 1988, que no fue seguida de un salto en las inversiones capaces de garantizar el derecho a la universalización de la educación pública básica con calidad, y agravada en los últimos años por el Techo de Gastos. Más allá de las inversiones, defendemos una educación socialmente referenciada, que siempre ha sido parte de las agendas reivindicativas del movimiento, ya sea en las huelgas y movilizaciones de las categorías docentes de norte a sur del país, o en las huelgas y movilizaciones del movimiento estudiantil.
Construir la lucha contra los retrocesos y por nuestros derechos
El hecho es que Bolsonaro y su pandilla quieren profundizar la dinámica de entrega de más y más recursos a sus aliados, que deberían ser invertidos en la educación pública, ya sean miembros de la burguesía nacional e internacional, miembros de las corporaciones militares (contempladas por el avance de las escuelas militares y cívico-militares), o mercaderes de la fe (interesados en el «homescholling», que beneficiará a editoriales vinculadas a las grandes iglesias neopentecostales, o en los fondos del FUNDEB – Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación). Los tiburones de la educación privada siguen interesados en acaparar tajadas aún mayores de la inversión pública, a través de los diversos mecanismos de privatización de los fondos públicos, que se han diversificado a través de muchos mecanismos de asociación público-privada.
Además, la necesidad de educación a distancia ante la pandemia ha empeorado aún más las condiciones de trabajo. La falta de preparación de los educadores, la desigualdad en el acceso a las tecnologías y la precariedad de las clases sin contacto humano han hecho que las clases sean agotadoras y enfermizas en este periodo. A esto se añade el problema del solapamiento de las horas de trabajo, sobre todo para las mujeres. Al fin y al cabo, la realización de actividades docentes durante el aislamiento ha supuesto para muchas familias la coincidencia con el cuidado del hogar y la familia, lo que supone un estrés diario.
Para aplicar su proyecto al servicio del capital, Bolsonaro necesita desmoralizar una de las principales trincheras de resistencia contra los ataques a la educación pública. Este es el sentido de su sistemática ofensiva ideológica contra el magisterio y la universidad pública, que aglutina a la vanguardia del movimiento estudiantil, como quedó patente en el «tsunami educativo», tan reciente como el de 2019. Y esta es la base de la persistente campaña ideológica contra uno de los principales referentes del debate educativo en Brasil y en el mundo, en una perspectiva emancipadora y comprometida con las clases populares: el profesor Paulo Freire. Bolsonaro, Weintraub y Milton Ribeiro son, después de todo, la representación del anti-Paulo Freire.
En esta coyuntura marcada por el relativo debilitamiento del gobierno y la retomada de las calles por parte de los movimientos sociales, a partir de la construcción del Frente Único que se constituyó en la Campaña Fuera Bolsonaro, es fundamental rescatar el concepto de esperanzar de Paulo Freire. Es necesario fortalecer la unidad para acabar con esta pesadilla que asola al pueblo brasileño, así como construir una alternativa política de la clase trabajadora y de los movimientos de lucha contra las opresiones, sin alianzas con la derecha y el golpismo. Es necesario plantear un programa que revierta los retrocesos experimentados por la educación pública en el país desde el golpe (que derrocó a la presidenta Dilma Roussett en 2016: ndt) para acá y que permita avanzar hacia la implementación de una concepción de la educación comprometida con las clases populares, y que concrete el derecho efectivo a una educación pública, gratuita, laica y de calidad, en una perspectiva emancipadora.
En su última entrevista, Paulo Freire afirma: «Moriría feliz si viera a Brasil lleno, en su tiempo histórico, de marchas. La marcha de los que no tienen escuela, la marcha de los reprobados, la marcha de los que quieren amar pero no pueden, la marcha de los que rechazan la obediencia servil, la marcha de los que se rebelan, la marcha de los que quieren ser pero se les prohíbe ser…” Debemos inspirarnos en Paulo Freire y construir una gran marcha el 2 de octubre. ¡Salgamos a la calle por nuestros derechos!
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