El levantamiento del pueblo peruano contra el régimen político y, en especial, contra el poder legislativo es un hecho que merece todo el apoyo de los pueblos latinoamericanos y del mundo. Al grito de “no nos representan”, miles de jóvenes protagonizaron jornadas heroicas que obligaron a renunciar al presidente impuesto por el Congreso, Manuel Merino, quien había reemplazado a Martín Vizcarra, destituido por un acuerdo parlamentario.
El pueblo necesita mandar al basurero de la historia a un régimen que está putrefacto, como también lo está la clase dominante peruana, que se entregó a los brazos del imperialismo y es incapaz de darle ninguna salida al pueblo que no sea corrupción, precariedad laboral, expolio de sus recursos naturales y, a la postre, una pésima respuesta ante la pandemia del coronavirus. El reclamo, cuestiona a todas las instituciones del Estado, es contra un sistema político que mantiene intactas las reformas contra la clase obrera y el pueblo llevadas adelante por el dictador Fujimori.
Quienes sucedieron al dictador siguieron las mismas recetas y la corrupción fue la moneda de cambio por la que estos entregaron el país a las multinacionales. Así fueron quedando involucrados en escándalos de corrupción cada uno de los que presidieron el país. La filtración del pago de sobornos que llevó adelante la constructora Odebrecht para hacerse de la obra pública mostró cuán podrida está la clase dominante peruana. El grado de corrupción hizo estallar al régimen y a sus partidos políticos tradicionales.
La respuesta a la demanda popular fue una sangrienta represión que dejó cientos de heridos y las muertes de dos jóvenes: Brian Pintado e Inti Sotelo. La represión al pueblo no puede quedar impune y todos los responsables deben pagar por los asesinatos y lesiones que ocasionaron. Exigimos juicio y castigo para los responsables políticos y materiales de los asesinatos de Brian Pintado e Inti Sotelo y de todas las violaciones a los derechos humanos que se llevaron adelante contra el pueblo que ejerció el derecho democrático a la protesta. La experiencia de los pueblos latinoamericanos demuestra que es la organización independiente, apoyada en la movilización permanente, la única garantía para lograrlo. Hay que poner en pie una gran campaña que trascienda las fronteras para conseguir este primer y estratégico objetivo. Sin memoria, verdad y justicia no existirá el nunca más.
Por el mismo método que se ungió a Manuel Merino, echado por la movilización popular, ahora se designó a Francisco Sagasti, quien intenta liderar un gobierno cuyo principal objetivo es aplacar la lucha en las calles, garantizar la impunidad del aparato represivo y continuar con las recetas del imperialismo. Su declaración sobre la intención de solicitar un préstamo al Fondo Monetario Internacional, así como su negativa a impulsar un referéndum para habilitar una asamblea constituyente y las declaraciones sobre que la pena por la represión al pueblo se limitará a algunos efectivos y no sobre los responsables políticos, muestran que nada va a cambiar con el nuevo presidente.
La demanda de una nueva constitución se instaló como una necesidad urgente para dar salida a los grandes problemas que aquejan a la población. Una demanda que se alimenta también de la heroica lucha del pueblo chileno contra las mismas recetas imperialistas que convierten insoportable la vida.
La Asamblea Constituyente es la herramienta política para cumplir el objetivo de reorganizar la sociedad sobre nuevas bases. Para que ello pueda ser posible hay que impulsar desde ahora la más amplia y democrática participación popular, organizándose tras este objetivo, superando las experiencias de las zonas en el pasado, pero apoyándose en esas experiencias, dando impulso a asambleas populares o cabildos abiertos donde se pueda discutir los principales problemas que aquejan a la población.
Si eso prosperara sería el germen para un nuevo gobierno que represente los intereses de la clase obrera, la juventud, las mujeres, con el objetivo de permitir el libre acceso a la educación, la salud, la vivienda, que garantice el cuidado del medio ambiente y que asegure los derechos y libertades que están siendo negados sistemáticamente. Hay que acabar con la sumisión al FMI que proponen todos los gobiernos y apoyarse en la solidaridad de los pueblos del mundo que padecen los mismos males.
El pueblo del Perú no está solo. Está peleando junto al pueblo chileno y a la clase obrera latinoamericana. Para fortalecer estos lazos, es necesario promover la más amplia solidaridad en todos los países, impulsando comités o espacios de organización para encarar acciones e iniciativas de apoyo activo al pueblo peruano.
– ¡Abajo la Constitución de Fujimori!
– ¡Por una Asamblea Popular Constituyente!
– ¡Justicia por Brian, Inti y todos los heridos!
Firma este manifiesto:
Luchas (Venezuela)
Militancia Revolucionaria Socialista (República Dominicana)
Movimiento por el Socialismo (Paraguai)
Opinion Socialista (Argentina)
Resistência/Psol (Brasil)
Semear o Futuro (Portugal)
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