Nosotrxs, organizaciones y militantes latinoamericanos, promovemos esta declaración como una contribución a la nueva situación de grave crisis económica del capitalismo imperialista, profundizada por la pandemia mundial del nuevo coronavirus y los desafíos que se presentan a lxs explotadxs y oprimidos del mundo, y desde luego a lxs marxistas revolucionarios.
El capitalismo vive un momento apocalíptico. El estallido de la pandemia y la crisis de la salud mundial sin precedentes, sumada a la crisis económica más grave en décadas, ambas de magnitud impredecible, están afectando al mundo, en particular los trabajadores y sus sectores más explotados y oprimidos.
Este escenario abona al aumento de las tensiones geopolíticas, principalmente entre los EE. UU. Y China, que continúan disputando la hegemonía de un orden mundial que está cada vez más en crisis.
Ante esta nueva realidad, aunque de distintas maneras e grados de país a país, la respuesta de los capitalistas y sus gobiernos ha sido buscar una recuperación de sus ganancias, atacando ferozmente las condiciones de vida de la clase trabajadora y las masas de todo el mundo. En este sentido, las tensiones y enfrentamientos entre las potencias y/o bloques imperialistas no niega la coincidencia entre ellas a la hora de descargar la crisis sobre las masas trabajadoras o enfrentar cualquier ascenso que amenace sus intereses.
Tales hechos demuestran palmariamente los límites de la gestión irracional y anárquica del capitalismo de la economía, la sociedad y la naturaleza, cuyas consecuencias han sido, hasta ahora, cientos de miles de muertes, millones de contagiados, cientos de millones de desempleados y excluidos de todo sustento, más un vertiginoso crecimiento de la miseria y la barbarie en todas sus formas.
Debido a la magnitud de la crisis, esta nueva realidad abre las contradicciones de la dominación capitalista a los ojos de millones e indudablemente impactará en la conciencia de lxs trabajadores y las personas oprimidas del mundo y, en la medida que haya reacción por parte de las masas laboriosas, abrirá espacio y mejores condiciones para demostrar que el socialismo es una necesidad más apremiante que nunca.
La confrontación y denuncia del imperialismo sigue teniendo una importancia programática decisiva tanto en los países dependientes como en los países imperialistas. La deuda externa sigue siendo fundamental para el dominio imperialista sobre los países dependientes. La crisis económica y la pandemia agravará la crisis fiscal de los Estados. Ante eso los gobiernos aceleran las privatizaciones al mismo tempo que el presupuesto que se necesitan a los fondos para hacer frente a la emergencia sanitaria, económica y social, los gobiernos asignan para el pago de las deudas externas.
Las burguesías nacionales y sus partidos, socios menores del imperialismo, no pueden plantear un programa consecuente de liberación nacional y social, como lo confirma el fracaso de los gobiernos bonapartistas tardíos que gobernaron países importantes de america latina durante en los primeros años de este siglo, manteniendo roces con el imperialismo, pero no siendo consecuentes por su naturaleza de clase. Las tareas de la liberación nacional y social quedan en manos de los trabajadores, las masas oprimidas y sus organizaciones.
El ascenso y la rebelión anti-rascista en EUA
En el terreno de la lucha de clases, las masas trabajadoras del mundo han demostrado, están demostrando, un gran capacidad de movilizarse en defensa de sus condiciones de vida y derechos, y en la nueva realidad, las movilizaciones e incluso las explosiones sociales tienden a aumentar.
Entre los grandes movimientos de masas que se destacan en varios países, el movimiento de mujeres ha demostrado ser uno de los más dinámicos, movilizando amplios sectores, especialmente de la juventud, incorporando métodos tradicionales de lucha de la clase trabajadora, como huelgas y movilizaciones de masas, adoptando un fuerte carácter internacionalista, abriendo espacio para la radicalización de un sector importante que puede acceder a las ideas anticapitalistas y revolucionarias con la intervención decidida de los marxistas revolucionarios. El capitalismo y el patriarcado están ligados por indisolubles vínculos materiales y de clase, y el movimiento de mujeres puede jugar, como ya lo está haciendo, un rol central en la lucha por el derrumbe de ambos.
El movimiento ambiental también está ganando cada vez más importancia, dada la creciente percepción de la naturaleza destructiva del capitalismo sobre el planeta y el ser humano, algo que amenaza nuestra supervivencia como especie, especialmente con la pandemia del nuevo coronavirus.
El foco principal de la lucha social de este período fue, sin duda, la explosión antirracista en los Estados Unidos, generada por el asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis. Tal atrocidad, que refleja el racismo estructural en el país, no es infrecuente en la realidad estadounidense, pero esta vez la chispa generó una explosión social que cruzó las fronteras e impactó en la correlación de fuerzas entre las clases a nivel internacional. El hecho generó una ola de manifestaciones masivas y radicalizadas en todo Estados Unidos, y se extendió a países de todos los continentes. El estandarte central indiscutible era el repudio de la violencia racial con el movimiento negro (“Black Lives Matter”) en la cabeza, que en sí mismo ya es muy progresista. Sin embargo, el movimiento también reveló características multirraciales, reflejando un avance en la conciencia de la necesidad de poner fin a todas las formas de opresión, a las desigualdades e injusticias sociales y, sobre todo, a la recuperación de la valorización de la vida, especialmente de hombres y mujeres negros, pero también de inmigrantes, por ejemplo. Tales sentimientos encontraron en el ambiente creado por la pandemia un terreno fértil para desarrollarse y salieron a la superficie con una fuerza nunca vista en las últimas décadas. En Europa, puso en primer plano la lucha contra el racismo contra la población negra, pero también la lucha contra otras expresiones de esta opresión, común en el viejo continente, como la que afecta a los inmigrantes y las minorías étnicas y religiosas.
La fuerza de este levantamiento impactó os sindicatos y lxs trabajadorxs organizados intervinieron con sus métodos e impronta en las luchas. Por ejemplo, en la ciudad que originó el incidente, los conductores de autobuses se negaron a transportar a los agentes de policía o proporcionar algún servicio para la represión de los actos, que luego se extendieron a otras ciudades importantes como Nueva York y Chicago. En Seattle, la parte central de la ciudad (que incluía el ayuntamiento y la estación central de policía) estaba ocupada por manifestantes, muchos de ellos armados, el llamado CHAZ. Los estibadores detuvieron los principales puertos de la costa oeste de Estados Unidos en una huelga el 19 de junio, la fecha de la derrota de los últimos ejércitos de esclavos en la guerra civil, que se espera que se convierta en una fiesta nacional. Hay una importante presencia de activistas de los movimientos educativos, que han liderado luchas muy importantes en los últimos años. Estos fenómenos requieren que las organizaciones revolucionarias tengan un marco táctico y programático amplio para intervenir en estos procesos.
En el campo organizacional, estas luchas se expresan desde las organizaciones más tradicionales, como los sindicatos, hasta los nuevos organismos embrionarios e incipientes que tuvieron lugar en varios procesos masivos que ocurrieron en el mundo en las grandes movilizaciones de masas que recorrieron el mundo durante el último año. Las asambleas populares, las organizaciones territoriales, entre otras, son construcciones de las propias masas trabajadoras en la lucha contra los gobiernos y los ajustes.
El levantamiento en los Estados Unidos, junto con la falta de control de la pandemia por parte de la política negacionista del gobierno, contribuyó decisivamente al debilitamiento de Trump, uno de los principales ejes de apoyo para gobiernos como Bolsonaro y la extrema derecha que venían avanzando en nivel mundial. Estos gobiernos, la ultraderecha se ha fortalecido como una corriente más reaccionaria y peligrosa para el movimiento obrero en varios países y la lucha contra ella y sus ideas dentro de la clase trabajadora deben tomarse seriamente por los revolucionarios en el próximo período. En este sentido, la defensa de las libertades democráticas y la unidad de acción puntual, incluso con los sectores burgueses para luchar contra los gobiernos reaccionarios y de extrema drecha, son importantes, siempre que no signifiquen el sacrificio de la independencia de clase.
El programa de transición adquiere, en un escenario semejante, una plena vigencia para dar respuestas a las cuantiosas necesidades de las masas trabajadoras, los sectores campesinos, pueblos originarios y demás sujetos de las luchas que recorren al mundo y al continente. Las respuestas que necesitan los sistemas de salud para hacer frente a la pandemia, por ejemplo, ponen a la orden del día la nacionalización de los sistemas de salud, incluyendo la expropiación de los laboratorios y cadenas farmacéuticas que proveen medicina y muy en particular de cara a la producción gratuita o a bajo costo de medicamentos y vacunas, algo con lo que las grandes multinacionales planifican amasar grandes fortunas a costa de la salud de los pueblos.
En este escenario, la centralidad de la táctica del Frente Unico para el período está dada por la necesidad de la unidad de la clase trabajadora y sus aliados para enfrentar los ataques de la burguesía y para que los revolucionarios intervengamos en las bases de las organizaciones de masas dirigidas principalmente por las corrientes reformistas y conciliatorias en general, a quienes debemos enfrentarlas combinando exigencia y denuncias, sin incurrir en errores sectarios o autoproclamatorios. Por otro lado, el frente único es también el camino para dar un salto cualitativo en la lucha de las masas – como lo han demostrado las primeras batallas bajo la pandemia – apuntando la necesidad de un gobierno y un programa de los trabajadores(as) y de los oprimidos como salida de la crisis.
América Latina y Venezuela
Latinoamérica, atravesada por la dependencia, el saqueo de sus recursos naturales y la aplicación de políticas económicas basadas en el endeudamiento crónico, ha sido escenario de grandes acciones de masas en el último año. Ese fue el caso de Chile, Ecuador, Colombia, Argentina, etc. Contra los intentos del golpe están los ejemplos de la resistência de Venezuela y Bolivia. De cara a una situación en la que, fruto de los ajustes estructurales a sus presupuestos, la salud pública está colapsando o al borde del colapso, cabe esperar nuevas irrupciones de masas como consecuencia de las disputas abiertas en la pandemia y la pos pandemia. En ellas, las masas continuarán su experiencia con las corrientes políticas orientadas por las burguesías nacionales, abriendo nuevas oportunidades para la militancia socialista revolucionaria.
Compartimos la opinión de que en América Latina cualquier política antiimperialista debe tener como punto de partida la confrontación con la política del Pentágono para la región. En el caso de Venezuela, los elementos de organización y movilización de las masas que aún persisten del proceso revolucionario, son la causa de la derrota de los intentos de golpe y derrocamiento del gobierno de Maduro. Denunciamos inequívocamente el bloqueo económico y la política de agresión imperialista contra el pueblo venezolano y su gobierno. Rechazamos la política de algunas organizaciones de colocar un signo igual entre el imperialismo y el gobierno de Maduro o incluso en la práctica de la unidad de acción con sectores proimperialistas. También rechazamos las políticas de capitulación al gobierno venezolano.
Sin embargo, estar en solidaridad con Venezuela ante la agresión imperialista, no significa que no mantengamos nuestra independencia política del gobierno de Maduro. Debemos exigir que el gobierno adopte las medidas políticas necesarias para enfrentar al imperialismo y sus aliados al interior de Venezuela, al mismo tiempo que exigimos la libertad de organización y movilización para lxs trabajadorxs y sectores populares como la clave para enfrentar al imperialismo y sus agentes nacionales. Denunciamos las detenciones y persecuciones de activistas honestos por parte del gobierno.
Campañas y apoyo a las luchas y movilizaciones
Declaramos nuestra solidaridad e apoyo a las actuales y las que están por vir. Más allá de la rebelión anti-racista en curso en EUA, la región de Oriente Medio sigue siendo un escenario importante en el desarrollo de las luchas y signo de la inestabilidad. En el Líbano, la gran explosión en el puerto que devastó parte de Beirut puso de manifiesto la corrupción crónica y la bancarrota del régimen erigido tras el fin de la guerra civil y marcó el regreso de las masas a las calles. El deterioro de las condiciones de vida agudizado por la pandemia global, que amenaza con agravarse aún más con la destrucción del puerto, y el movimiento de masas que venía tomando las calles desde el año pasado derivó en la caída del gobierno. La amenaza de la anexión de gran parte del territorio de Cisjordania por parte de Israel con la complicidad de las monarquías del Golfo podría conducir a una nueva intifada y movimientos de masas contra la ocupación en toda la región.
En América Latina, las movilizaciones bajo la pandemia y la reciente victoria del pueblo chileno contra el sistema de jubilaciones es un ejemplo a seguir. Las movilizaciones en marcha en Bolivia contra el intento del gobierno de extrema derecha de Janine postergar las elecciones de octubre próximo es un nuevo aliento ante la derrota impuesto por el golpe contra el gobierno de Evo Morales.
Al mismo tiempo debemos impulsar y ser parte de la campaña contra el de la deuda externa en nuestro continente y participar de la acción global que se está organizando contra el capital financiero que tendrá lugar entre el 10 y el 15 de octubre de 2020. También estaremos en linea de frente de la campaña contra la agresión imperialista a Venezuela.
Y, por fin, estamos por impulsar y participar de la reorganización (encuentros, congresos, foruns, etc) que busque unificar la izquierda y los movimientos sociales que estuvieron en la vanguardia de luchas globales como fue el caso del movimiento de las mujeres, climático, racial, además de la juventud, movimientos populares, indígenas, campesinos y sindicales. En este sentido apoyamos el congreso mundial de la educación (virtual) convocado para septiembre, el I congreso (presencial) previsto para 2021.
Agrupar los revolucionarios
Nosotros, las organizaciones y activistas que firmamos este documento, defendemos la importancia del debate, las elaboraciones y las iniciativas comunes entre los revolucionarios, especialmente frente al nuevo momento de la situación internacional, con el objetivo de contribuir positivamente en la lucha contra el escenario de fragmentación revolucionaria a nivel internacional. Conociendo las dificultades pero al mismo tiempo la grandeza de estas tareas, creemos firmemente que la acción de la clase trabajadora en movimiento es la materia prima para superar el problema del liderazgo y la fragmentación de los revolucionarios.
Esta declaración está abierta a nuevos miembros.
Opinión Socialista – Argentina
Resistência-PSOL – Brasil
Raúl Devia, militante de Partido Comunes, Frente Amplio – Chile
Movimiento por el Socialismo – Paraguay
Elio Colmenarez – Venezuela
Liga Unitaria Chavista Socialista (LUCHAS) – Venezuela
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