El gobierno mexicano convertido en la migra de Trump
Trump quería que el gobierno de López Obrador se convirtiera en su policía migratoria… y lo logró y de paso lo humilló. No contento con esta vergonzosa situación, el presidente mexicano sale a defender el “pacto” con el gobierno norteamericano como “un gran acuerdo que pone a resguardo la soberanía nacional”.
La historia empezó a fines de mayo cuando Donald Trump emplazó al gobierno mexicano para que detuvieran el flujo migratorio proveniente de Centroamérica con rumbo a los Estados Unidos o aplicaría una tasa de cinco por ciento de impuestos a todas las mercancías provenientes de nuestro país, aumentándola hasta llegar a 25 por ciento para el mes de octubre. Todo esto a pesar de la existencia de un Tratado de Libre Comercio.
Luego de una semana de “negociaciones”, el 7 de junio,[i] a menos de 72 horas de que Trump aplicara el famoso 5 por ciento de impuestos, se llegó a un “acuerdo”: México envía 6 mil efectivos del Ejército a la frontera con Guatemala, para perseguir y encerrar a los migrantes que vienen huyendo de la miseria más espantosa y la violencia de las cientos de bandas del crimen organizado (toleradas por los gobiernos) en sus países de origen. Además, se comprometieron a acelerar la instrumentación del programa Remain in Mexico (Permaneced en México) o el del llamado Tercer País Seguro, que compromete a nuestro país a recibir migrantes para de esta manera evitarle el trabajo sucio a EU.
El canciller Marcelo Ebrard alarmado chilló que, en caso de que no se hubiera llegado a una negociación en los términos aceptados, la economía mexicana habría perdido 900 mil empleos y registrado un colapso de la actividad productiva.
Asimismo, Trump amenazó que si en 45 días no ve resultados a su satisfacción volverá a amenazar con impuestos para lograr más concesiones. Todavía el 9 de junio López Obrador dijo que Trump “era su amigo.” En este sentido se quedó atrás de Chávez.
La percepción que dejó López Obrador por la manera de “resolver el problema” fue muy mala tomando en cuenta que en general la población mexicana no acepta nunca de buen agrado las imposiciones de Estados Unidos.
López Obrador acepta que las causas de la migración son la pobreza, la marginación y la violencia extrema, delincuencial y estatal. Pero nunca dice que todo esto es producto de un sistema económico, el capitalismo, clasista, expoliador, criminal y militarizado que, convirtió a nuestros países, (México, Guatemala, El Salvador y Honduras) en países extractivistas y maquiladores, que expulsan seres humanos de manera masiva de sus territorios. Y que Estados Unidos es el principal responsable.
Pero el drama de los migrantes no para aquí. Ni siquiera es lo más grave. Miles de ellos, incluyendo niños, son secuestrados por bandas del crimen organizado para no volverse a saber nada de ellos. Estas bandas operan con toda libertad y en no pocas veces son protegidas por las autoridades. Esto sin contar que a su paso por México muchas mujeres son violadas, les roban sus escasas pertenencias, reciben golpes, cárcel, etc. Todo ello como una estrategia tanto de los gobiernos norteamericano como el mexicano para contener el flujo migratorio.
Por todo ello es que varias organizaciones defensoras de los derechos humanos, trabajadores, estudiantes, etc., se empiezan a organizar para salir en defensa de los migrantes ya que al fin y al cabo son trabajadores que migran en busca de empleo. Es posible organizar un encuentro de organizaciones en la ciudad de México que sirva para denunciar los estragos que lleva a cabo un sistema cada día más descompuesto.
[i] Para presionar el viernes 7 de junio, durante una reunión de 12 horas en el tercer día consecutivo de negociaciones, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, y su comitiva fueron despojados de laptops, celulares y otros aparatos electrónicos, para evitar grabaciones secretas. Lo que por lógica sí hicieron funcionarios del Departamento de Estado.
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