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ESPAÑOL

Dos “gorilas” de visita en Argentina. Primero Bolsonaro, después Duque

Eugenio Greco, da Argentina. Perspectiva Marxista Internacional 

Macri e Bolsonaro

El término “gorila” tiene su origen en el golpe de Estado promovido por Estados Unidos que derrocó al gobierno de Perón en 1955. Definía a los sectores sociales y políticos que se aliaron al imperialismo yanqui porque odiaban al peronismo por el extraordinario poder que había logrado la clase obrera con su sindicalización masiva. Hoy, cuando hay peronistas dentro del gobierno de Mauricio Macri y otros que colaboran con él desde la “oposición”, tiene un significado diferente. Ya no es sinónimo de antiperonismo; incluye a todos aquellos que odian y temen a la clase trabajadora y al pueblo pobre.
A comienzos de junio el gobierno gorila de Macri recibió a dos presidentes gorilas sudamericanos: el brasileño Jair Bolsonaro y el colombiano Iván Duque. Ambas visitas tuvieron dos objetivos centrales:
1. Ratificar el alineamiento incondicional de los tres gobiernos con los yanquis, en primer lugar contra Venezuela.
2. Hacer campaña a favor de Macri, para que retenga el poder en las elecciones que se desarrollarán entre agosto y octubre de este año.
Bolsonaro ya había declarado en su país que apoyaba a Macri para impedir que volviera a gobernar Cristina Kirchner. Ya en Argentina dijo lo mismo más “educadamente”: “Hago un llamado al pueblo argentino por lo que tendrán en adelante en octubre. Es una decisión que tienen que tomar con la razón y no con la emoción”. Su ministro de Economía Paulo Guedes, a su regreso a Brasil, se lo explicó a un par de amigos: “Antes de viajar a Buenos Aires, Bolsonaro me dijo algo contundente: «Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a que Macri se reelija»”.
Finalmente, Bolsonaro y Macri mantuvieron una reunión en la Casa de Gobierno de la que participaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el canciller Jorge Faurie y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo (no confundir con el secretario de Estado yanqui Mike Pompeo). Después, Faurie y el canciller brasileño Ernesto Araujo acordaron construir un mecanismo de diálogo que se plasmaría en un texto que formalizara una alianza de Brasil y Argentina con Estados Unidos.
En respuesta a la presencia de Bolsonaro, se desarrolló una numerosa concentración con las consignas “Fuera Bolsonaro de Argentina”, “Fuera Trump y el imperialismo de América Latina”. En ella participaron organismos de derechos humanos, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el colectivo “Ni una menos”, organizaciones sindicales minoritarias y agrupaciones de izquierda. Y en Plaza de Mayo se realizó un festival artístico #ArgentinaRechazaBolsonaro, con las consignas: “¡Marielle, presente! ¡Ahora y siempre!” #FueraBolsonaro
El ataque a Venezuela también fue un tema central de la visita del presidente colombiano, en cuyo país hay 7 bases militares estadounidenses reconocidas —en realidad hay 12—, y los yanquis tienen permiso para usar “en caso necesario” todos los puertos y aeropuertos del país con fines bélicos. Macri resaltó el “compromiso de Colombia y Argentina con el pueblo venezolano para terminar con el usurpador de Nicolás Maduro”, y Duque le reconoció sus méritos: “Usted ha sido un gran aliado en el apoyo contra el dictador Maduro en Venezuela y su apoyo fue fundamental en el Grupo Lima para denunciar los atropellos de la dictadura de Venezuela y la necesidad de restablecer allí la democracia”. Y en una rueda de prensa conjunta, los dos reiteraron su respaldo al títere Juan Guaidó.
Finalmente, el presidente de Colombia, al igual que Bolsonaro, su sumó a la campaña electoral: “Macri ha hecho un enorme esfuerzo por reconstruir los daños institucionales y económicos que dejó el populismo”, “esa tarea debe ser reconocida y debería tener continuidad”.
Además de estas coincidencias fundamentales, hay una tercera: con el argumento de luchar contra la delincuencia, desatar la represión más brutal contra cualquiera que sea un obstáculo social o político a los planes de explotación y miseria de los tres gobiernos. En Brasil se cuentan por miles los asesinados por las fuerzas policiales y militares entre la población pobre, especialmente los negros. Sin contar los muertos por “gatillo fácil” en general, en Colombia, desde la firma en 2016 de los acuerdos “de paz” entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hasta hoy, fueron asesinados alrededor de 400 luchadores sociales, sindicales y políticos. En Argentina, según la “Coordinadora contra la represión policial e institucional” (CORREPI), “un total de 1.303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal” en los tres años y medio de gobierno de Macri.
Sin embargo, hay un diferencia entre Colombia y Brasil por un lado, y Argentina por otro. Tras el derrocamiento de la dictadura militar de 1976-1983, que dejó 30.000 asesinados y “desaparecidos”, el odio a las Fuerzas Armadas —en crisis absoluta— y a las policías ha impedido hasta hoy una “bolsonarización” a fondo del gobierno en este terreno. Pero sí ha habido una campaña sistemática de propaganda a favor de la “mano dura” contra los movimientos sociales que cortan las calles de la Capital con sus piquetes; contra los inmigrantes peruanos, bolivianos y paraguayos (no, por supuesto, contra los venezolanos) porque estudian y reciben atención médica gratuitamente; contra los “vagos” (desocupados y marginados) que reciben subsidios del Estado, etcétera. Y no fue sólo el macrismo quien lanzó esta campaña; también lo hizo Miguel Ángel Pichetto, el jefe del bloque de senadores peronistas, hasta ayer “opositor” y hoy candidato de Macri a la vicepresidencia de la Nación. En Argentina la “bolsonarización” todavía no triunfó pero es una amenaza creciente.
Otro de los participantes en la campaña electoral de Macri es el Fondo Monetario Internacional, que por indicación de Trump concedió al país un préstamo de 57.000 millones de dólares para salvarlo del default. Y a medida que la crisis se agudizaba y la imagen e intención de voto de Macri se desplomaba, fue violando sus propias regulaciones, que establecen que esos fondos sólo se pueden usar para pagar deuda y no para la fuga de capitales, y le permitió que hiciera esto último. En Argentina se ha hecho común un dicho: “El FMI no le dio un préstamo al país, se lo dio a Macri”.
Para terminar, una nota pintoresca. En una reunión con empresarios argentinos, Paulo Guedes anunció que tenía el proyecto de crear el “peso-real”, una moneda común entre Brasil y la Argentina. Y Nicolás Dujovne, que ocupa formalmente el cargo de ministro de Hacienda —la verdadera ministra de Economía es Christine Lagarde, la directora gerente del FMI—, declaró lo mismo. La idea fue puesta en ridículo por cuanto economista hay en el planeta. Brasil tiene una inflación anual de menos del 5%; la de Argentina fue de 47,6% el año pasado. La tasa de interés brasileña es del 6,5%; la de Argentina del 70%. ¿Si a la Unión Europea le llevó 40 años hacer converger estas y otras variables en todos los países que la integraban para poder crear el euro, cuánto tiempo se necesita para que exista un “peso-real”?
En fin, charlatanerías de la pareja Guedes-Dujovne, que sólo se pueden explicar porque ambos son agentes del sector lumpen-burgués y parasitario que se enriquece especulando y sin producir nada, o sea, el capital financiero, que hoy domina la economía mundial.
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