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ESPAÑOL

Más argumentos, menos provocaciones

Gloria Trogo, de la Coordinación Nacional de Resistencia

11 de mayo de 2018

 

El #MAIS dejó de existir el 28 de abril y con inmensa alegría nos fusionamos a NOS para conformar la Resistencia. A pesar de eso, la organización ya extinta fue citada 11 veces en un texto de polémica reciente. El título del artículo de Mariucha Fontana, del PSTU, se refiere explícitamente a Valério Arcary y busca explicar las “verdaderas razones” por las que él criticó a ese partido.

La polémica es absolutamente normal dentro de la izquierda, pero para ser de buena calidad, es bueno que sea guiada por argumentos y no por la obsesión en deconstruir la trayectoria militante del oponente. Debemos superar esta lógica. Somos todos mejores que eso.

El Brasil cambió

Brasil pasó por 13 años de gobiernos de colaboración de clases que la tradición política que reivindico denomina como un gobierno de Frente Popular. Este hecho de enorme importancia para la lucha de clases dividió el movimiento de los trabajadores, los sindicatos, movimientos y partidos políticos. Se estableció un divisor de aguas entre aquellos que fueron a administrar el Estado brasileño y otros que mantuvieron sus posiciones junto a la lucha de los trabajadores, enfrentando, inclusive, ataques de los gobiernos petistas. Siempre un marxista da mucha importancia a la lucha contra el gobierno de turno, contra el partido que en aquel momento administra los negocios de la burguesía.

Recuerdo que por muchos años una parte de la izquierda ignoraba este hecho y, en el intento de colaborar con el  gobierno del PT, concentraba su agitación política en denuncias contra Fernando Henrique Cardoso. Sí. No hay futuro sin historia. En los buenos momentos de los gobiernos del PT, donde quedaban cargos y “favores”, es bueno recordar dónde estaba Valerio Arcary. ¿Quién no recuerda las polémicas duras hechas con el PT? Numerosos artículos, incontables debates públicos.

No es razonable ofrecer como “verdadera explicación” a las posiciones políticas hoy defendidas por Valério que, después de pasar 13 años haciendo oposición de izquierda, ahora decidió “subir a un vagón del tren del campo de colaboración de clases de Lula, sucumbiendo a presiones electorales, de los aparatos burocráticos y de medios intelectuales pequeñoburgueses”. Además de extremadamente irrespetuoso, este ataque no presenta ningún argumento. Solo obedece a la lógica de separar personas y organizaciones entre aquellos que son verdaderamente revolucionarios (o en otras palabras, con los que estoy de acuerdo) y aquellos que son traidores y oportunistas (con los que estoy en desacuerdo).

Es necesario decir: Brasil ha cambiado. El PT no gobierna más. Hoy, una parte de la izquierda socialista parece sufrir del mismo mal que le sucedió a aquellos que concentraban su denuncia en FHC cuando quien gobernaba era el PT. Pero hoy ha habido un golpe parlamentario y hay un nuevo gobierno, producto de este golpe.

Una de los recursos del texto es usar una cita de Valerio sobre 2013. El Brasil de 2013 no tiene nada que ver con el Brasil de hoy. Las Jornadas de Junio ​​fueron un proceso muy progresivo, se enfrentaron contra todos los gobiernos; trajeron a la luz demandas importantes como transporte, salud, educación, derechos; movilizaron una base social joven y trabajadora. Las movilizaciones de 2015 significaron lo opuesto en los tres criterios, tenían una dirección de derecha, por lo que se enfrentaban solo contra el PT; empuñaban banderas reaccionarias tanto en la política como en las costumbres; llevaron a las calles una base social de clase media alta, esencialmente blanca y con fuerte instinto antipopular.

No hay continuidad. El PT está en la oposición, recupera peso y prestigio en una parte importante del activismo. Lula está preso, Bolsonaro tiene apoyo activo dentro de la clase trabajadora, 71 militares deberán disputar de forma organizada las elecciones de 2018. Se aprobaron retrocesos históricos contra los derechos de la clase trabajadora y del pueblo pobre. Las conquistas de la Constitución de 1988 fueron destruidas con la Enmienda Constitucional 55, y también derechos laborales básicos que estaban en la CLT desde 1943 fueron despedazados por la Ley 13.467. El Brasil cambió, la política ya no puede seguir siendo la misma.

El divisor de aguas ahora es otro. La derecha creció, movilizó una expresiva base social de clase media, la extrema derecha ganó prestigio, se instaló en el país, una crisis de régimen por la derecha, instituciones como la Policía Federal, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas ganaron fuerza. En el afán de no capitular al gobierno depuesto, el PSTU terminó capitulando a la burguesía tradicional.

Valério estuvo contra el PT durante sus gobiernos, cuando muchos querían cargos y prestigio. Y él también estuvo en el acto del Circo Volador y luego en la puerta de los Sindicato de los Metalúrgicos del ABC, cuando el Poder Judicial y la PF ejecutaron una orden de arresto contra Lula. Lo que nos guió fue la brújula de clase. Lo que cambió radicalmente fue la realidad política nacional. Los enemigos de nuestros enemigos no son nuestros amigos.

El PSTU también cambió

La Convergencia Socialista, que atrajo la simpatía de miles de activistas en la década de 1980, un ejemplo de flexibilidad táctica y firmeza en los principios para el movimiento trotskista, ya no tiene nada que ver con lo que es hoy el PSTU. El partido que compuso el Frente de Izquierda con PSOL y PCB en 2006, compuso varias Frentes Estatales en 2012 y 2014, buscando el diálogo con un importante sector de la clase trabajadora, ya no guarda ninguna semejanza con una campaña cuyo centro es convocar a una rebelión. La organización que luchó para elegir parlamentarios revolucionarios en Río de Janeiro, Natal, Belém, Minas Gerais y Porto Alegre nada tiene que ver con el completo desprecio por la actividad institucional. El PSTU pasó por una profunda revisión programática, lo que es legítimo. Lo honesto, sin embargo, es que sea abiertamente reconocido.

La línea del “Fuera Todos”, aplicada en 2006 y abiertamente criticada, volvió con fuerza en el 2015 y se elevó a la categoría de programa, ya que hace tres años ininterrumpidos esta consigna es utilizada. Las mediaciones fueron sustituidas por el ultimatismo, los matices ya no son admitidos. La política es siempre la agitación de la estrategia final.

En el movimiento de los trabajadores también es perceptible el cambio. En el 2007, el PSTU participó en un encuentro nacional con PCdoB y MST. Hoy se niega incluso a participar del tradicional Primero de mayo en la Praça da Sé.

La virtud convertida en defecto

En el artículo, me llamó la atención en particular la utilización de una intervención de Valerio en 2010, defendiendo la candidatura propia del PSTU, para sostener la visión de que él renegó de su propia historia. ¿Qué se espera de un intelectual militante de un partido político trotskista? ¿Que defiende sólo lo que tiene acuerdo? ¿Que utilice su posición de notoriedad para militar solo? Aprendimos exactamente lo opuesto. Tener conciencia de nuestro pequeño tamaño frente a la grandeza del proyecto socialista nos hace estar seguros de que no nos bastamos. Vivimos tiempos de individualismo exacerbado y por eso construir un colectivo, tener la conciencia de que muchas veces es mejor errar juntos que acertar solo, son valores fundamentales para nosotros.

Valério discrepó muchas veces, pero rompió apenas una vez, cuando las circunstancias de la lucha de clases y de la lucha interna tornaron las divergencias irreconciliables. Esta postura es para nosotros un ejemplo, porque en nuestra esencia, somos constructores del colectivo y no rupturistas crónicos.

Hagamos del embate de argumentos algo productivo, hasta para que el tiempo nos permita evaluar de acuerdo con el desarrollo de la realidad qué apreciaciones se han demostrado más correctas.

Imagen: Blue, 1925, Kandinsky