3 enero de 2018
Por Gabriel Casoni, de São Paulo (SP)
La entrevista a Marcelo Freixo en Folha de São Paulo generó enorme repercusión. (http://www1.folha.uol.com.br/poder/2017/12/1946626-nao-sei-se-e-o-momento-de-unificar-a-esquerda-nao-diz-marcelo-freixo.shtml) En las redes sociales el diputado del PSOL (Partido Socialismo y Libertad) pasó a ser duramente criticado, especialmente por dirigentes (http://www.diariodocentrodomundo.com.br/entrevista-de-freixo-folha-revela-falta-de-maturidade-politica-do-psol-por-joaquim-de-carvalho/) y blogueros (https://www.brasil247.com/pt/colunistas/migueldorosario/334958/Suprema-ironia-entrevista-de-Freixo-uniu-a-esquerda.htm) ligados al PT (Partido de los Trabajadores). El argumento principal parece irresistible: la necesidad de la unidad de la izquierda para enfrentar la ofensiva de la derecha.
La ironía de la historia, con todo, es que la dirección del PT, al mismo tiempo en que ataca a Freixo por supuestamente dividir el campo de la izquierda, negocia alianzas y acuerdos con partidos golpistas, grandes empresarios y líderes de la derecha en todo el país (http://www.infomoney.com.br/mercados/politica/noticia/7057309/ensaia-aliancas-com-apoiadores-impeachment-eleicoes-pmdb-planeja-costura-estados).
Así, la cúpula lulista hace un juego astuto marcado por la disimulación.
Por un lado, agitando de manera oportunista la bandera de la “unidad”, busca bloquear el surgimiento de una alternativa de la izquierda independiente en las elecciones de 2018, alternativa que tendrá más fuerza en el caso de que Guilherme Boulos (principal referencia del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo- MTST) confirme su candidatura presidencial por el PSOL. Por otro, para reatar lazos con el gran capital, quieren demostrar cómo Lula puede ser nuevamente útil a la clase dominante. Las recientes declaraciones del expresidente, cuidadosamente pensadas para agradar al mercado financiero, hacen parte de la estrategia de hilvanar un nuevo pacto con los ricos y poderosos.
¿Y la unidad para luchar contra Temer y las reformas?
La dirección del PT se muestra muy interesada en no permitir el crecimiento del PSOL, y particularmente en evitar la candidatura del líder del Frente Pueblo Sin Miedo. Pero poco o casi nada dice sobre la fundamental unidad para defender los derechos de los trabajadores. Esa cuestión pasa bien lejos de sus preocupaciones. Para los blogueros lulistas, la “unidad de la izquierda” es sinónimo de apoyo electoral a Lula.
Los derechos de los trabajadores no pueden esperar las elecciones. En febrero, será puesta a votación la reforma de la previsión social. ¿Cuáles son los planes del PT y de la CUT (Central Única de los Trabajadores) para barrer ese ataque a las jubilaciones de los trabajadores? ¿Van a llamar al pueblo a la lucha? ¿Van a impulsar un día de huelga nacional o mantendrán la línea de recular, como hicieron luego de la huelga general del 28 de abril de 2017? ¿Van a construir la unidad de la clase para derrotar ese proyecto? ¿O el llamado a la unidad de la izquierda solo vale para pedir votos para Lula?
Para unir a la izquierda, primero es preciso romper con la derecha
El argumento de que el PSOL y Freixo hacen el “juego a la derecha” cuando defienden una alternativa independiente de la izquierda en 2018, se muestra hipócrita en boca de los dirigentes petistas. ¿Cómo hablar de unidad electoral contra la derecha si se sabe que el PT negocia alianzas con partidos y dirigentes golpistas en las más diversas partes del país, tanto en los estados como a nivel nacional?
Y no se trata solo de las conocidas alianzas con la familia Sarney, Renan Calheiros y Kátia Abreu. El partido de Lula, además de estar con el PMDB (Partido Movimiento Democrático Brasileño) en Minas Gerais, negocia coaliciones con el partido de Temer en cinco estados de la región Nordeste (http://g1.globo.com/politica/blog/matheus-leitao/post/pt-e-pmdb-formam-alianca-em-6-estados-tse-julga-antecipacao-de-campanha-jornais-de-sabado-4.html). En 2016, el PT apoyó candidatos del partido de Eduardo Cunha en 648 ciudades brasileras.
La dirección del PT tendría más autoridad para hablar de unidad de la izquierda, si hubiese roto con la derecha. Sin embargo, a decir verdad, la lucha contra los “golpistas” apenas fue un discurso para impresionar al público de izquierda. En realidad, el proyecto de conciliación de clases del lulismo se mantiene intacto, tanto en el programa como en la práctica de las coaliciones políticas. La orientación sigue siendo exactamente la misma: aliarse a sectores burgueses para ganar las elecciones y gobernar por medio de un pacto con las viejas elites (https://www.youtube.com/watch?v=YOylOTnAYXk).
Curiosamente, la cúpula lulista todavía no cayó en la cuenta que esa estrategia falló miserablemente con el golpe parlamentario. Fueron las alianzas con la derecha las que abrieron las puertas al ajuste neoliberal y al cercenamiento de derechos. Además, ese proceso se inició en el segundo mandato de Dilma, corroyendo el apoyo popular que tenía el gobierno.
Michel Temer y Eduardo Cunha no fueron un rayo en cielo azul; los golpistas crecieron bajo las alas de los gobiernos petistas. Cuando la marea cambió, los viejos aliados traicionaron. Las pequeñas concesiones sociales del lulismo fueron toleradas en cuanto el impulso económico las permitía. Cuando el ciclo de crecimiento se agotó, el escenario cambió radicalmente. Al final, la burguesía rompió con el PT, pero, trágicamente, el PT todavía no rompió con la burguesía.
Lula tiene el derecho de ser candidato, pero no tiene el monopolio de la izquierda
Tanto el PSOL como Marcelo Freixo están por el derecho democrático de Lula a ser candidato a presidente, eso ya fue dicho y repetido en innumerables ocasiones. Es evidente que se trata de un juicio político por medio del cual un sector de la burguesía quiere excluir al petista de las elecciones vía expediente judicial. La tentativa de criminalizar a Lula debe ser repudiada por el conjunto de la izquierda.
Pero el derecho de Lula de ser candidato no debe ser comprendido como apoyo político al petista.
La izquierda socialista, aquella que no acepta alianzas con los golpistas, que apuesta a un programa anticapitalista para transformar el país, que tiene un proyecto de poder basado en la movilización de los trabajadores y del pueblo pobre, aquella que no admite financiamiento de los grandes empresarios y banqueros, que no hace de las constructoras y los ganaderos amigos inestimables, en fin, aquella que cree que para cambiar el Brasil es preciso lucha de clases y no conciliación de clases; esta izquierda tiene el derecho a concurrir a las elecciones con cara propia, para presentar sus ideas y programa.
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