Mariano Jara |
Este 4-5 de septiembre se cumplen 30 años del asesinato de Marisol Vera y Jorge Fernández durante las protestas nacionales y populares contra la dictadura militar.[1] Ambos jóvenes, estudiantes y pobladores en los barrios suburbanos periféricos, visibilizaron las condiciones de represión política de la tiranía de Pinochet, la crisis económica y la ausencia de libertades democráticas. A modo de contribución y en homenaje a ambos jóvenes, rescatamos del silencio e invisibilización histórica la disímil reivindicación como militantes trotskistas-morenistas en Chile.
¿Héroes, mártires, víctimas?: las fuentes y la memoria militante
En la visibilización práctica del morenismo, la tragedia no sería ajena al contexto global de la izquierda chilena. La tragedia del partido estaría asociada a la muerte de dos jóvenes durante la jornada de protesta del 4-5 de septiembre de 1985: Marisol Vera Linares (22 años) y Jorge Fernández Rivera (18 años), ambos de Santiago. Sin embargo, este hecho objetivo de la realidad tiene diferentes juicios en las fuentes consultadas. La decena de memorias militantes entrevistadas no logran tener una concordancia sobre la militancia trotskista de dichos jóvenes, cada uno tiene sus apreciaciones y ello obedece, principalmente, a la compartimentación de la estructura militante. Ningún militante sabía de la existencia más allá de los militantes de su grupo base, ni siquiera en el ámbito secundario-universitario mayormente visible. Así, dubitativamente reconocen unos a Marisol Vera como militante, otros a Jorge Fernández y otros a ambos como militantes trotskistas.
Sin embargo, la voz oficial de la LIT, por medio de su revista, reprodujo un artículo reivindicando a ambos jóvenes como “dos camaradas del Partido Socialista de los Trabajadores”, pero distinguiendo que Jorge Fernández era militante trotskista hacía tres meses, proveniente del Movimiento Juvenil Lautaro donde militó un año. Sobre Marisol Vera, se reconoce como “simpatizante del socialismo” y que la noche anterior a la protesta había salido a “rayar” por el PST en su población[i]. Esta visión es reafirmada por un ex militante que señala que Jorge Fernández era militante y Marisol Vera simpatizante, ya que su ex pareja era militante del PST y compañero de su grupo de base del partido. Para este militante, la primera versión editada en el periódico partidario consideró a ambos jóvenes como militantes del partido, pero que al quedar con la sensación de no ser honestos y no empezar un juego de crear santos ni mártires ni apropiaciones indebidas con las familias, sobre todo con la familia de Marisol Vera, la dirección del partido decidió corregirse y escribir aquél artículo para la LIT[ii]. Paradojalmente, el “Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación” (Informe Retting), señala a Marisol Vera como militante del PST y sin militancia a Jorge Fernández[iii].
Al respecto, la ambigüedad de las memorias es ayudado por aquella definición expresada en el artículo de la revista de la LIT como “dos camaradas”, por ende, las memorias tienden a no tener una concordancia común. De hecho, éstas señalan la ausencia casi total de los entrevistados en la asistencia al funeral de ambos jóvenes. Marisol Vera es asesinada el 4 de septiembre y Jorge Fernández el 5 de septiembre, la compartimentación no benefició la asistencia al funeral en estos militantes y se señala que sólo asistieron algunos universitarios y los encargados del trabajo juvenil. Sobre el caso de Marisol Vera, requeriría una mayor profundización sobre su relación con el PST, ya que, tomando igualmente a Jorge Fernández, ¿Cómo el partido controlaba quién era o no era militante de la organización? ¿Existía algún tipo de carnet político? ¿Hay fuentes físicas que avalen la militancia de uno o ambos jóvenes?
Marisol de las Mercedes Vera Linares vivía en la comuna de Quinta Normal, era estudiante de Pedagogía en Castellano en la Universidad de Tarapacá, Arica, pero por problemas económicos debió suspender sus estudios en su segundo año y retornar a Santiago. Hija mayor de la familia, ayudaba a ésta en la venta de maníes en un pequeño kiosco-negocio familiar, de ahí que alguna prensa escrita la haya catalogado de comerciante. Sobre su participación en las protestas todas las fuentes consultadas difieren. El Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación señala su muerte a raíz de su participación en una “barricada-fogata” en la calle Mapocho con Ingeniero Lloyd[iv]. Por el contrario, la prensa escrita reprodujo la versión de su madre, la cual señaló que su hija no estaba participando en ninguna protesta en su población y que había salido en compañía de su hermana menor, a eso de las 22:30 horas, a arreglar una plancha eléctrica donde su primo para sellar las bolsas de maníes, siendo el lugar del fallecimiento la esquina de Mapocho con Sergio Valdovinos[v].
De los responsables del fallecimiento de Marisol Vera, todas las fuentes periodísticas, salvo El Mercurio, que omite cualquier alusión, señalan que una camioneta C-10 de color café claro con personal del Ejército (6 personas) fueron quienes dispararon al cuerpo a un grupo de jóvenes, de los cuales un proyectil hirió de muerte en la cabeza a la joven estudiante, cayendo fatalmente al lado de su hermana menor. Según un testigo presencial del hecho, “Al sentir los disparos, comenzamos a correr apegados a las murallas. En un momento yo me tropecé y caí al suelo y al instante ella cayó a mi lado y sentí como si se le hubiera escapado todo el aire. Tenía la cabeza destrozada por un balazo. Le habían disparado por la espalda”[vi]. Esta versión del testigo es aseverada por Glen Odgers, el cual señala que Marisol Vera y su ex pololo venían arrancando de los disparos y, en un intento por eludir a los militares, saltando una reja le llega el disparo de una SIC ametralladora que le destrozó el cráneo[vii]. De la memoria militante y el artículo de Fortín Mapocho, aquel testigo presencial correspondería al ex novio de Marisol Vera, ya que este es enfático en señalar que no estaban participando en actos violentos, sino que estaban protestando por medio de cantos y gritos contra el régimen militar, en un intento por formar una marcha cuando los militares empezaron a disparar.
Jorge Antonio Fernández Rivera vivía en la comuna de La Granja y era estudiante de tercer año medio en el Liceo Industrial Rey Juan Carlos en la especialidad electromecánica. Sobre dicho joven, las fuentes escritas coinciden en señalar su no participación en las protestas poblacionales, por ejemplo, el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación señala expresamente que fue alcanzado por disparos militares cuando circulaba por la calle Yardo con Santa Rosa[viii]. En tanto, la prensa escrita reprodujo la versión de su hermana, la cual afirmó que su hermano no estaba participando en las protestas ni en un saqueo cuando fue asesinado sino que iba camino a ver su pareja a eso de las 21:30 horas del día 5 de septiembre, entre el paradero 18 y 20 de Santa Rosa[ix].
Al igual que en el caso de Marisol Vera, los responsables del asesinato del joven Jorge Fernández serían militares según lo asevera el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación, aunque la prensa escrita, salvo La Tercera, informó sobre “cuatro sujetos en una camioneta chevrolet C-10 de color amarillo”. Desde dicha camioneta se habría efectuado el disparo mortal que impactó el pecho del joven con salida de proyectil por la espalda. Los testigos presenciales del hecho, además, señalaron que el cuerpo del joven fue rodeado por los sujetos de la camioneta C-10, impidiendo que se acercaran a ayudarlo hasta que se desangró y falleció en el lugar[x]. Sobre la versión de la familia, la memoria militante coincide y reafirma que Jorge Fernández había ido a visitar a su novia, luego sí, de haber terminado la protesta y las barricadas en la población cuando le dispararon y cercaron el cuerpo para que se desangrara[xi].
¿Cómo explicarse tan disímiles versiones sobre la participación en las protestas del 4-5 de septiembre de 1985 en ambos jóvenes? Para todas las memorias, ambos jóvenes participaron en las protestas y por ello la consecuencia trágica de sus muertes. Sin embargo, las familias desligan cualquier posibilidad que sus hijos hayan estado participando en las protestas, apareciendo más como víctimas de las circunstancias, ajenas a su quehacer cotidiano. El contexto de represión política hacia el movimiento popular y la izquierda en general, plantea como hipótesis, que las familias omitieron cualquier alusión de ambos jóvenes sobre su participación en las protestas poblaciones, ya que podría significar una escalada represiva mayor sobre el conjunto de cada una de ellas. Igualmente, tampoco es descartable que en aquel momento no hayan visto con buenos ojos la militancia política de sus hijos que los haría correr riesgos extremos en una dictadura militar. En ese sentido, se entendería que en el Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación Jorge Fernández no tenga militancia política cuando la memoria y el propio PST lo reconocen como militante trotskista. Por último, tampoco es descartable que ambos jóvenes hayan participado en las protestas en sus respectivas poblaciones y que luego del término de éstas volvieran a su vida cotidiana familiar, lo que se explicaría por el horario de su muerte.
¿Héroes, mártires o víctimas? Los caminos que toman ambos jóvenes en la apropiación militante, en algunos, sobre todo los ex militantes, está relativizado a la hora de construir una idealización de ambos jóvenes. Es el reconocimiento de la autocrítica que realizó el PST al corregirse en considerar a ambos jóvenes como militantes. De igual forma, las memorias no tienen una mayor amplitud de tipificación ideal de ambos, más bien, se reconoce como “compañeros caídos en la lucha anti-dictadura” aunque sin crear héroes o mártires. Esto obedecería a lo ya planteado, la compartimentación y al discurso que proyectó el PST en su autocrítica. Carlos Fernández, padre de Jorge, señala la semblanza de su hijo, “Era un buen hijo. Había planeado ir al Ejército para cumplir con la ley. Después postularía a la Escuela de Investigaciones. Su anhelo era ser detective y luchar contra la delincuencia. Todo terminó para él, su vida, tan joven…”[xii]. Lejos de crear una heroificación o martirologio, los militantes trotskistas aparecen como sujetos de carne y hueso, con fortalezas y debilidades, jóvenes anti-dictadura.
Sobre los funerales, de quien pudo asistir a ambos, se destaca la ritualidad simbólica en la izquierda chilena al considerar que “los muertos eran de todos”, asistiendo a los velorios los representantes de la izquierda en las poblaciones. Lo dramático sería considerar la muerte como el factor de unidad entre la izquierda hacia el trotskismo y la inhibición de las heteromiradas. Para un militante sería un “tapaboca” para quienes no podían entender que en la visibilización trotskista no les pasara nada, que no tuvieran víctimas a su haber[xiii]. Según el recuerdo:
Me acuerdo que llegaron saludos, llegaron dirigentes poblaciones y grupos con banderas comunistas, los mirachos, los Lautaro, porque este cabro venía de los Lautaro, Jorge venía del MAPU-Lautaro. Y siempre una actitud respetuosa y de las condolencias políticas, digamos, a quien se entendía que era el representante del grupo que había muerto y a la familia y con lienzos, y qué sé yo, banderas. En ambos casos, esa sensación de que el muerto era de todos, digamos, y generalmente terminaba en gritos, los típicos gritos de quién lo mató, quién lo vengará, esas cosas medias metafísicas, pero tenía una carga emotiva súper fuerte, eran momentos en que ahí no habían diferencias. O sea y de alguna manera también tuvo un elemento, la muerte, aunque hubo, siempre hay hueones penca, que a nivel personal se reían, “Ah que bueno que tengan algún muerto alguna vez”, cachai, no faltó el tarado más bajo, pero fueron situaciones puntuales. Yo creo que la muerte de estos chiquillos, con las diferencias que se hicieron, también a nivel de la vanguardia, de los militantes, entendiendo vanguardia a los militantes de izquierda, generó coyunturalmente y en ese momento, un reconocimiento, como que de alguna manera existía pero fue más dramático, de que tú eras parte de la pelea, que tú eras una corriente más y que independiente de todo no eras infiltrado de la CNI ni agente de la CIA ni nada por el estilo. Hubo un reconocimiento que a partir de ahí, quizás por lo dramático de la situación, te saludaron y te reconocieron, así como, puta, que pena, era un compañero más muerto[xiv].
En los entierros, las fuentes son escasas e indirectamente la prensa alude a la posible participación de los militantes trotskistas en ellos. En el artículo de la revista de la LIT se señala que al entierro de Marisol Vera asistieron unas 500 personas, siendo reprimidos por Carabineros quienes dispersaron la marcha en la entrada del Cementerio General, deteniendo a varios personas y “a duras penas” militantes del PST pudieron colocar una corona a nombre del partido. Sobre Jorge Fernández, tres líneas expresan la participación de una “amplia cantidad de personas y compañeros socialistas”[xv]. De la prensa escrita, sólo hay referencia al entierro de Marisol Vera, donde se señala que “un grupo de disociadores ingresó portando la bandera tricolor y profiriendo gritos subversivos”[xvi]. Sobre este aspecto, falta una mayor amplitud de muestras y la posible referencia a fuentes gráficas como archivos personales.
Epílogo
La historia del tiempo presente presenta aquellas indefiniciones sobre la base de la utilización de diversas fuentes históricas para visibilizar experiencias militantes que han estado en una subsidencia política. Sin embargo, es posible aseverar la característica demostrativa de la visibilización trotskista durante la dictadura militar, la cual pasaría por el rango etario de los militantes, imprimiéndoles una característica dinámica a su cultura política y la proyección juvenil que emanaba de su praxis. Los riesgos y tragedias no estarían fuera de la norma para el joven partido y el “morenismo” presentaría –dramáticamente— a sus muertos para ser validados como militantes de izquierda en la lucha anti-dictadura. Ni héroes ni mártires sino militantes, simpatizantes, compañeros, jóvenes anti-dictadura.
[1] El presente artículo es parte de una tesis de maestría en Historia de Chile del autor, titulada, “Cultura e identidad política en el partido mundial de la revolución socialista. El trotskismo-morenista en Chile. 1979-1993”. Universidad de Santiago de Chile, Santiago, 2015.
[i] “Marisol y Jorge: ¡Hasta el socialismo siempre!”. En Correo Internacional Nº 13, Buenos Aires, octubre de 1985, pp. 41-42. Comillas y cursivas en el original.
[ii] Entrevista a Glen Odgers, Santiago, 20-12-2012. La primera versión del PST en su prensa en El Socialista Nº 20, II Quincena de septiembre, s/f, p. 1-2. La fecha del periódico es 1985.
[iii] Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Nombres y datos biográficos de las víctimas. Volumen II, Tomo 3. s/f., pp. 129 y 400. Versión digital en http://www.ddhh.gov.cl/filesapp/tomo3.zip (Consultado el 04-03-2015)
[iv] Ibidem, p. 400.
[v] “Dolor en los hogares víctimas de la violencia”. El Mercurio, Santiago, Año LXXXVI, Nº 30.785, C.2; MEC. “Víctimas del 4 ¿Quién los mató? Revista Análisis, Santiago, Año VIII, Nº 108, 17 al 23 de septiembre de 1985, p. 10; “Desde camioneta C-10 mataron a muchacha”. La Tercera de la hora, Santiago, Año XXXVI, Nº 12.899, 6 de septiembre de 1985, p. 3; “Madre de ex universitaria: ‘Balearon a mi hija desde una camioneta’”. La Segunda, Santiago, Año LV, Nº 16.049, 5 de septiembre de 1985, p. 3; “Ex universitaria salió a arreglar una plancha y murió baleada”, Las Últimas Noticias, Santiago, Año LXXXIII, Nº 26.931, 6 de septiembre de 1985, p. 26.
[vi]“A Marisol la mataron por la espalda”. Fortín Mapocho, Santiago, Nº 326, 9 de septiembre de 1985, p. 9.
[vii] Entrevista a Glen Odgers, op. cit.
[viii] Informe…, op. cit., p. 129.
[ix] “Parientes de otra víctima fatal: ‘Lo balearon desde una camioneta’”. La Segunda, Santiago, Año LV, Nº 16.050, 6 de septiembre de 1985, p. 15; “Estudiante fue a ver a su polola y le dispararon por la espalda”. Las Últimas Noticias, Año LXXXIII, Nº 26.932, 7 de septiembre de 1985, p. 23; “Iba a visitar a su polola cuando lo alcanzó una bala”. La Cuarta, Santiago, 7 de septiembre de 1985, p. 19; “A 10 aumentos muertos en jornadas de violencia”. El Mercurio, Santiago, Año LXXXVI, Nº 30.785, C. 2; “Diez muertos, vandalismo y pillaje en el llamado a ‘Movilización Nacional’”. La Nación, Santiago, Año LXIX, Nº 22.362, 7 de septiembre de 1985, p. 6; “A 10 aumentaron víctimas fatales de la violencia”. La Tercera de la hora, Santiago, Año XXXVI, Nº 12.900, 7 de septiembre de 1985, p. 5.
[x] “Parientes…”, art. cit., La Segunda, 6 de septiembre de 1985, p. 15; “Diez muertos…”, art. cit. La Nación, 7 de septiembre de 1985, C. 2; “A 10…”, art. cit., La Tercera de la hora, 7 de septiembre de 1985, p. 5; “Estudiante…”, art. cit., Las Últimas Noticias, 7 de septiembre de 1985, p. 23; “Iba a visitar…”, art. cit., La Cuarta, 7 de septiembre de 1985, p. 19.
[xi] Entrevista a Glen Odgers, op. cit.
[xii] “A 10…”, art. cit., La Tercera de la hora, 7 de septiembre de 1985, p. 5.
[xiii] Entrevista a “Alberto Cayuqueo”, Concepción, 08-12-2012.
[xiv] Entrevista a Glen Odgers, op. cit.
[xv] Marisol y Jorge…”, op. cit., p. 42.
[xvi] Incidentes…”, art. cit., El Mercurio, 7 de septiembre de 1985, C. 2.
Comentários