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Argentina: Un modo distorsionado, sectario y autoproclamatorio: una respuesta a André Augusto

21 de agosto

Por Renato Fernandes, de Campinas, SP

Foto: Principales dirigentes del FIP

Después de publicar un primer balance de las primarias electorales argentinas  , fui sorprendido con una crítica  publicada en la Izquierda Diario que me pareció descabellada, no por las diferencias teóricas, programáticas y tácticas que el MAIS y el Movimiento Revolucionario de los Trabajadores (MRT) tienen, y que son legítimas para un debate polémico y fraterno entre las corrientes de izquierda, sino por los argumentos expuestos. El centro de la crítica es que yo “suavicé el crecimiento” del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) y que he utilizado diversos “malabarismos”, como “reconocer que hay dos frentes” en Argentina para defender el “mantra de la unidad de la izquierda”.

El compañero André Augusto cometió tres errores de tipo diferente en su crítica. Voy a intentar demostrar cada uno de ellos.

El texto del MRT distorsiona el tamaño que doy al FIT

La formación del FIT es un fenómeno progresivo de la lucha de clases internacional. Es el resultado de una particularidad argentina: el espacio político-electoral a la izquierda de las direcciones tradicionales del movimiento obrero no fue ocupado por un partido amplio, por la centroizquierda o por sectores neorreformistas como Podemos; ese espacio fue ocupado por organizaciones trotskistas y, principalmente, por los trotskistas del FIT.

Sólo podemos comprender esta particularidad a la luz de la historia: sea de la corriente morenista, del viejo MAS y su explosión; sea de los casi 60 años de construcción del Partido Obrero; a partir de la semiinsurrección urbana y popular de 2001 y de las tácticas de construcción de la izquierda trotskista. En efecto, sin duda alguna, el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) tiene un mérito, pues tuvo tácticas acertadas para aprovechar ese espacio, como la conformación del FIT y el lanzamiento de Izquierda Diario, entre otras. Pero no fue el único que ocupó ese lugar.

Partiendo de la valorización de ese espacio, busqué demostrar que hubo un crecimiento en la votación del FIT y cité algunas votaciones bastante importantes, como Jujuy (12,55%), Santa Cruz (8,25%) y Neuquén (6,7%), y saqué una conclusión que hasta el momento, no me parece equivocada: “A pesar de este crecimiento en la votación, que es importante, las proyecciones para el FIT no son de las mejores: a diferencia de lo anunciado al inicio de las elecciones, la proyección actual es que el FIT consiga solo un diputado (nacional)“.

En mi texto, no hice un análisis de los diputados y senadores regionales, a los que André hizo algunos apuntes interesantes sobre las posibilidades del FIT. Hice esa proyección basado no solo en un periódico como La Nación , sino en balances de la propia izquierda argentina así como en la propia votación del FIT y que André Augusto no está en desacuerdo:  dado que es una elección nacional, pero se elige regionalmente, ninguno de los candidatos del FIT ha logrado lo suficiente para ser elegido, ni siquiera en las mejores votaciones del FIT, como en Jujuy. Ahí solo serán elegidos tres diputados y los 1º2,55% de Alejandro Vilca no serán suficientes para eso. En el caso de Mendoza, André hace una proyección que es plausible, que es la migración de los votos de la izquierda que no consiguió pasar el piso proscriptivo para la candidata del FIT, Noelia Barbeito, que logró el 8,80% y que podría entrar como una de las cinco diputadas elegidas por la región. En la provincia de Buenos Aires, faltó menos del 0,4% para Nicolás Del Caño, lugar en el que la mayoría de los analistas, apuesta a que alcanzará.

Esta diferencia en el “pronóstico electoral” del FIT fue suficiente para que André dijera que estamos haciendo una “fantasía” de los datos electorales, lo cual es una verdadera distorsión de mi interpretación. Creo que lo contrario me parece cierto: impresionados con el crecimiento de la votación, el MRT no analiza científicamente los resultados electorales, sosteniendo una proyección que existía al inicio de la campaña que era la posibilidad de aumentar la representación nacional del FIT. Podemos referirnos sólo al pronóstico de elegir dos diputados en la provincia de Buenos Aires, que justificó el cambio de domicilio de Del Caño, que fue elegido por Mendoza, y que hasta el momento no garantizó ni uno.

En cuanto al aumento de la votación del FIT, la comparación que debemos hacer es con las elecciones legislativas parciales de 2013. Era la segunda vez que el FIT se presentaba electoralmente y consiguió 732.925 votos, 3,22% de los votantes. Comparando con las elecciones actuales, de 2017, el FIT obtuvo, aproximadamente, 930 mil votos. Un claro e importante crecimiento. Sin embargo, como resalta el PO (uno de los miembros de la FIT) : hubo un “retroceso que se manifiesta en los distritos principales: (provincia de) Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Salta”. Esta alerta debería servir a cualquier dirigente político a la hora de evaluar las perspectivas.

En mi opinión, el pronóstico errado al principio tiene como base un análisis impresionista: los partidos del FIT, realmente están conectados a importantes luchas de la clase trabajadora argentina, como está siendo la lucha de Pepsico. Haber terminado la campaña electoral junto a estos trabajadores, fue un gran acierto político. Pero me parece que hubo un impresionismo y una confusión entre la “rabia” y la “bronca” que los sectores que son vanguardia de las luchas tienen del gobierno y de los sectores peronistas con los sentimientos que tienen la mayoría de la clase trabajadora y de las clases medias que permanecieron mayoritariamente pasivas en el último período, y acabaron no yendo a la izquierda.

Esta caracterización debe ser aún más cuidadosa en el terreno electoral, en el cual el peso de las masas pasivas es igual al de la vanguardia, así como el peso de la burguesía y su capital se multiplica frente a las posibilidades de disputa por las organizaciones de los trabajadores. Una generalización de la conciencia de la vanguardia, sin las mediaciones necesarias que hay que hacer, transforma pronósticos electorales en derrotas y desmoralización. No fue lo que sucedió en este momento por la victoria electoral momentánea del FIT (crecimiento de la votación). Sin embargo, vuelvo a decir, que hasta el momento, el pronóstico de aumentar la representación nacional no ha pasado en la práctica. ¡Hay que ampliar la votación en octubre!

Desprecio la existencia de corrientes de la izquierda socialista y radical

El FIT se mantuvo como principal frente electoral a la izquierda: espacio que conquistó desde que se formó en 2011. Este predominio fue expresado en que el 77% de los votos para los dos frentes de izquierda (FIT e Izquierda al Frente por el Socialismo – IAF) fueron al FIT. El problema, me parece, en la afirmación de André Augusto, de que quisimos pasar que los dos frentes son “igualmente importantes”, en ningún momento afirmé tal cosa. Sin embargo, a diferencia de André, no desprecio el 23% de los votos en la izquierda trotskista en el marco de 1,15 millones de votos . Despreciar esos votos y ese espacio me parece absurdo.

La explicación dada por el MRT es, como mínimo, curiosa: la IAF fue derrotada pues “se trata de un frente centrista que brilla por la ausencia en la lucha de clases, compuesta por organizaciones cuya estrategia pasa lejos de la inserción militante en el movimiento de los trabajadores”, y si ellos tuvieron votos porque “la IAF buscó copiar el nombre, el color y hasta la cédula electoral de la FIT. ¡Qué manera peculiar de apropiarse de parte del prestigio del FIT! “(¡Lo que llevó al FIT a entrar en la justicia burguesa contra la IAF!)

Complementa esta explicación con los errores que una de las organizaciones de la IAF, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), tuvo en el pasado: sea en la crisis agraria de 2008 en la Argentina o en la unidad electoral del 2015, con sectores burocráticos y de centroizquierda en el Proyecto Sur, errores que podrían ser computados también en las espaldas de otras organizaciones que componen el FIT. Si consideramos los errores pasados como criterio para formar un frente político, podríamos abandonar esta táctica. Ninguna organización pasaría por la “pureza” de la historia. Para nosotros, el problema central es justamente la conformación de un programa político adecuado para responder a las demandas de la lucha de clases en determinado momento.

En ese sentido, al analizar los programas y las campañas políticas del FIT y de la IAF, no vemos ninguna incompatibilidad de fondo. Sin dudas hay diferencias, así como hay diferencias en el interior de cada uno de los frentes (el golpe parlamentario en Brasil y la crisis en Venezuela son diferencias que atraviesan las organizaciones del FIT). La única razón para estar separados es el sectarismo del FIT en incorporar al Nuevo MAS y al MST en el interior del frente, sectarismo que tiene sus bases materiales en las propias disputas internas en el interior del FIT.

En relación al problema de la táctica de frente y cómo lo transformamos en un “mantra” es necesario establecer las debidas mediaciones de cada realidad nacional. Es una táctica y tiene que ver con la situación de la lucha de clases y el tamaño de las organizaciones políticas, incluyendo el nuestro, en el país. Es en ese sentido que debemos debatir la táctica del Frente de Izquierda Socialista sin despreciar el peso de organizaciones como el PSOL, el PSTU y el PCB y también de organizaciones no partidarias como el MRT. Además de eso, insistí en ambos textos que escribí sobre el tema, que esa táctica no puede ser sólo un frente electoral, sino que debemos batallar para transformar ese peso electoral en la disputa de los movimientos sociales para acabar con la influencia del peronismo en la Argentina y del petismo en Brasil.

Desafortunadamente ese desprecio que el MRT tiene con la IAF es el mismo desprecio que otras organizaciones mayores en Brasil tienen con el MRT. Un desprecio sectario respondido con una autoproclamación sectaria que no ayuda en la reconstrucción de una izquierda socialista y revolucionaria en el país.

Una manera sectaria y autoproclamatoria de realizar el debate

El texto del MRT está lleno de adjetivos y comparaciones innecesarias como esta: “Es mala política informarse por gente herida como el MES argentino, que no consigue elegir ni siquiera un concejal en ningún lugar”. O la perla final: “El Frente de Izquierda es la izquierda que crece por estar sólidamente fundada en la lucha de clases a través de la intervención del PTS”. El texto prácticamente habla por sí solo, al despreciar no sólo al MST, sino también la “intervención fundada en la lucha de clases” de sus socios en el FIT: el PO y la Izquierda Socialista.

Desgraciadamente, este método de debate es muy común entre las organizaciones revolucionarias. El peso de la marginalidad política y social combinado con los métodos de construcción de “direcciones-fracciones” del movimiento de los trabajadores llevó a una concepción conservadora en el debate entre las organizaciones: sobrevaloración de las posiciones conquistadas, destrucción de las otras organizaciones y no aceptación de críticas a la propia organización. Como es fruto de la marginalidad, este método de debate atraviesa todas las organizaciones de la izquierda revolucionaria. Me parece, justamente, que este es el caso en el texto del MRT: el sectarismo con las otras organizaciones y la conclusión de que sólo el PTS está en lo correcto es la tónica.

Sin duda alguna, la experiencia del FIT puede enseñar mucho a los militantes de la izquierda brasileña, una de las pocas frases con que tengo acuerdo en el texto del MRT. Pero me parece que existe un abismo entre el estudio de la experiencia y las lecciones de esa unidad de cómo romper la marginalidad y hacer la disputa político-electoral por un lado y las conclusiones sectarias y autoproclamatorias que quita el MRT, por otro.